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Era una vieja tradición colombiana, sobre todo en Antioquia, regalarles acciones de las compañías más emblemáticas del país a los niños. Comprar acciones era mucho más fácil en aquel entonces. Al nacimiento, primera comunión o alguna ceremonia de grado, abuelos, tíos y demás familiares obsequiaban acciones en papel, que con el tiempo se valorizaban y les daban dividendos.
Esta costumbre ayudó a edificar el apego a las empresas antioqueñas, que con su propiedad distribuida entre muchas personas, sin que existiera un controlante que manejara a su antojo la compañía, ayudó a transformar la economía de Antioquia en una de las más pujantes del país, y a las empresas de propiedad de todos en un referente para toda la región.
Aquellos tiempos dorados del mercado de valores local, lamentablemente, parecen un lejano recuerdo. La Bolsa de Valores de Colombia (BVC) se encuentra en cuidados intensivos. En los últimos dos años, prácticamente todas las acciones se han desplomado. El año pasado las acciones cayeron más de un 30% en su valor, si excluimos la empresas que han sido objeto de OPAs (Oferta Pública de Adquisición).
Y no es propiamente porque a las empresas les haya ido mal. Por el contrario, han caído las acciones, a pesar de que los resultados de las compañías locales fueron extraordinarios en 2022. El patrimonio de miles de inversionistas se ha visto golpeado, y no parece haber ninguna señal en el corto plazo que indique que está tendencia cambiará.
Hoy, la BVC es una de las bolsas de valores más “baratas” del mundo. A finales del año pasado, el EBITDA (que indica las ganancias antes de restarles impuestos, intereses de deuda y depreciación) de Mineros llegó a superar su capitalización bursátil, algo impensado en cualquier otro mercado de valores eficientes. Las acciones preferenciales de varias compañías se están cotizando a una fracción de las ordinarias, a pesar de que lo único que las distingue es el derecho a voto. Las acciones preferenciales de Grupo Sura, por poner un ejemplo, hoy en día valen casi un tercio del valor de las acciones ordinarias, algo nunca antes visto.
A pesar del gran potencial de valorización que, en teoría, se encuentra en la bolsa de valores en estos momentos, no parece haber apetito de nadie por invertir. La liquidez diaria ha caído de más de US$ 100 millones hace unos años a volúmenes menores a US$ 20 millones en los primeros días del 2023. Hay acciones de gran peso en el índice COLCAP en las que, en un día, pueden negociarse menos de 100 millones de pesos, montos que ni siquiera alcanzaría para comprar un carro nuevo de gama media actualmente. En un mes entero en la BVC se negocia lo que se transa en minutos en la bolsa de Nueva York. Desde el año 2000, más de 100 empresa se han deslistado de la BVC, con escasos emisores nuevos llegando en su reemplazo. La Bolsa de Brasil, al otro de la lado de la frontera, tiene diez veces más empresas listadas y liquidez que la BVC.
Luego de unos años esperanzadores a principios de los 2000, pareciera que la bolsa de valores se estuviera apagando lentamente. Escándalos como el Pacific Rubiales e Interbolsa, en los que cientos de miles perdieron sus ahorros, minó la confianza de muchos en el mercado de valores. Las barreras de entrada que pone la regulación actual hacen que pequeños inversionistas vean invertir como algo lejano, casi imposible. Los fondos de pensiones, que en algún momento dinamizaron el sector, luego contribuyeron a quitarle liquidez al mercado. Muchas acciones no se han podido recuperar de la salida de inversionistas internacionales luego de la caída del precio del barril de petróleo en el 2015.
Mientras tanto, las OPAs de Gilinski por el GEA, el único evento bursátil que logró dinamizar un poco el interés por la BVC, dejó un precedente que puede acabar impactando negativamente la bolsa en el largo plazo. “En Estados Unidos es difícil imaginar que alguien se salga con la suya haciendo OPAs sucesivas a precios en constante aumento”, comentó el abogado de Sullivan & Cromwel en el Financial Times sobre los vacíos regulatorios que viene dejando aquella saga, poniendo lunares adicionales a una bolsa ya en crisis.
Un mercado de valores eficiente no es suficiente para que una economía se desarrolle, pero la falta de un buen mercado de valores sí es una barrera para el desarrollo de un país. La incertidumbre económica que ha traído el gobierno actual tampoco ayuda. Los anuncios contradictorios y los ataques directos a sectores afectan directamente el valor de las acciones. Con cada anuncio errático del presidente, la BVC sale herida.
El Gobierno Nacional debería entender la importancia del mercado de valores y apoyarlo.