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Exxon, Brasil y el futuro del petróleo

Mientras por aquí escuchamos voces oficiales que abogan por abandonar el consumo de combustibles fósiles y no renovar los contratos de exploración petrolífera, otros gobiernos y empresas le apuestan todo al futuro de este mineral.

21 de octubre de 2023
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  • Exxon, Brasil y el futuro del petróleo

En un mundo en el que la transición energética y la lucha contra el cambio climático han dominado los titulares, llama la atención que haya quienes se atreven a ir a contracorriente y le apuestan todo al futuro del petróleo. Mientras por aquí escuchamos voces oficiales que abogan por abandonar el consumo de combustibles fósiles y no renovar los contratos de exploración petrolífera, otros gobiernos y empresas le apuestan todo al futuro de este mineral.

Acaba de suceder con la compañía no estatal más grande del mundo, Exxon Mobil. A pesar de enfrentar una inmensa presión de activistas e inversionistas para cambiar la estrategia de la empresa hacia las energías renovables, Darren Woods, su actual presidente se ha mantenido firme en su convicción de que el petróleo acompañará el destino de la humanidad por muchos años más. Y así, Exxon acaba de adquirir Pioneer Natural Resources por 60.000 millones de dólares, lo que consolida no solo su liderazgo en el sector sino que envía un claro y firme mensaje de que ese recurso no se puede abandonar todavía.

Woods ha manifestado, consistente y públicamente, que el petróleo está aquí para quedarse. Su perspectiva, aunque a menudo impopular entre los activistas por el cambio climático, ha ganado credibilidad a medida que las ganancias de Exxon se dispararon a un récord histórico de $56 mil millones de dólares en el 2022, lo que equivale al 17.5% de lo que es el PIB de Colombia. La compañía se inclinó hacia el petróleo cuando otros vacilaban, lo cual ha dado sus frutos.

La historia de éxito reciente de Exxon plantea varios interrogantes respecto al futuro de la industria petrolera en América Latina, donde, al igual que en el sector privado, las empresas estatales de energía se enfrentan a posiciones divergentes frente a qué postura tomar respecto a sus futuras inversiones en exploración de petróleo y gas.

Mientras Colombia – que contribuye con menos del 0.5% de las emisiones globales de carbono – decidió dedicarse a “hacer campaña” para convencer al resto del mundo sobre abandonar el consumo de combustibles fósiles y ha manifestado en reiteradas ocasiones que Ecopetrol no firmará nuevos contratos de exploración petrolera, países como Guyana o Brasil se están enfocando en acelerar su transición hacia fuentes de energía más limpias apalancándose en los ingresos del petróleo.

Brasil, que al igual que Colombia eligió recientemente un mandatario de izquierda y con un fuerte discurso ambiental como Lula Da Silva, sigue decidido a continuar explorando y explotando sus reservas petroleras. El gobierno de Lula se ha puesto la meta de aumentar su producción de petróleo de 3 a 5 millones de barriles diarios, proyecto para el cual Petrobras contará con un presupuesto de unos 6 mil millones de dólares para continuar proyectos de exploración en zonas de alto potencial en el noreste del país. La política social y ambiental de Lula no va en contra de los hidrocarburos. Todo lo contrario: pasa por ellos.

Como resultado, las perspectivas económicas de Brasil han experimentado un cambio positivo en los primeros meses del gobierno de Lula, sorprendiendo a los inversionistas que inicialmente tenían preocupaciones debido a la pasada falta de control fiscal de su partido. Según The Economist, una encuesta a gestores de fondos institucionales y analistas financieros brasileños, indicó que la opinión negativa sobre el gobierno había disminuido del 90% al 44% desde el inicio del mandato de Lula.

El caso de Exxon y su adquisición de Pioneer ha consolidado a la compañía como el más grande productor de hidrocarburos de Estados Unidos. La creencia de Woods de que la empresa que preside no debe alejarse del petróleo, a la vez que se compromete a reducir las emisiones de carbono, es un camino que vale la pena analizar.

En contraste, otras empresas petroleras, como Shell y BP, han enfrentado grandes dificultades por encontrar una estrategia enfocada en la transición hacia las energías renovables. El presidente de Shell tuvo que dar marcha atrás en sus planes de reducir la producción de petróleo, y el presidente de BP renunció debido a problemas relacionados con las decisiones “verdes” de su compañía.

La cuestión es cómo equilibrar las necesidades económicas con una producción respetuosa. Empresas y gobiernos necesitan el dinero. ¿Persistirá Colombia en su lucha, sacrificando los ingresos de un sector petrolero que sigue dando muestras de su viabilidad por muchos años más?

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