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El papa León XIV se ha revelado como pragmático y reflexivo. No duda en manifestar su inconformidad con el rumbo de los acontecimientos políticos en un mundo de incertidumbres.
Se cumplen los primeros sesenta días del papado de León XIV y poco a poco su estilo prudente, metódico y siempre a la escucha, va dando paso a una voz firme cuyo mensaje contundente contra el rearme, las fake news, y el uso del hambre como arma de guerra no son los típicos de un papa.
El pasado 8 de mayo el mundo católico recibió con ilusión el nombramiento del nuevo líder de la Iglesia, quien para sorpresa de muchos marcaba una primera vez en la historia del catolicismo al proceder de Estados Unidos. Para América Latina fue motivo de orgullo el saber que este nuevo papa es un gran conocedor del continente por haber vivido alrededor de veinte años en Perú y que su dominio del español es total.
Pasados ya los primeros dos meses de su elección como Sumo Pontífice se tiene más claro el rumbo hacia donde quiere dirigir la labor de la Iglesia. Y si bien hay varios aspectos en los que se le puede definir como continuista del papa Francisco, su carácter y su temple han salido a relucir en los últimos días.
Por un lado, ha elevado el tono contra la guerra y las armas. Y no propiamente con frases protocolarias, sino haciendo una crítica a las políticas de rearme promovidas por Occidente. El momento fue escogido con cuidado: justo al día siguiente de la cumbre de La Haya en la que los países de la OTAN se comprometieron a aumentar el presupuesto en Defensa hasta el 5% del PIB, coincidiendo con el Consejo Europeo en Bruselas, centrado en un plan de rearme continental.
Mientras los líderes europeos firmantes apelaban a la clásica máxima latina de “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, Robert Prevost le daba otra perspectiva a esa teoría y se preguntaba: “¿Cómo se puede creer, después de siglos de historia, que las acciones bélicas traen la paz y no acaban volviéndose contra quienes las han llevado a cabo?” Su postura sobre el rearme no es un giro, sino una posición coherente con la tradición de la Iglesia del siglo XX.
Pero Prevost no solo escogió con precisión el momento, también fue intencional con el lugar. El Papa pronunció estas palabras durante un encuentro con representantes de las iglesias orientales asentadas en tierras donde, según el Pontífice, la violencia bélica muestra una “vehemencia diabólica nunca vista antes”. Su discurso fue contundente y no le tembló la voz para denunciar la “falsa propaganda del rearme”, que, según el Papa, “traicionan los deseos de paz de los pueblos”.
Otro asunto sobre el que el Papa se ha pronunciado es el de las asfixiantes fake news de la propaganda bélica: “La gente no puede morir por noticias falsas”. Sus palabras han hecho ver que el alarmismo sobre la amenaza de proliferación nuclear no es más que la justificación para un rearme que solo enriquece a los que él llama “los mercaderes de la muerte”. León XIV afirmó que con ese dinero se podrían construir hospitales y escuelas, y en cambio se destruyen los que ya existen.
Aunque algunos podrían pensar que estas son las frases típicas de un Papa, no hay que caer en engaños. No se puede olvidar que Robert Prevost, además de ser el líder de la Iglesia Católica, es un ciudadano estadounidense que lanza críticas contra posturas de su país y que demuestra que no está dispuesto a tener medias tintas con La Casa Blanca. A él no lo pueden acusar, como hacían con Francisco, de tener un sentimiento atávico contra Estados Unidos.
Si hay un elemento claro de ruptura frente a su predecesor es la guerra en Ucrania. Del papa Francisco se decía que mantenía una actitud equidistante, mientras que León XIV ha sido muy deferente con los peregrinos ucranianos que han visitado la plaza de San Pedro, y durante el discurso del Ángelus mencionó que pagan el precio de “una guerra absurda”.
Por último, vale la pena mencionar que en estos primeros sesenta días ha hecho hincapié en la tradición y la unidad de la Iglesia, lo que presagia un pontificado más clásico que el de su antecesor en el que se recupere el peso de la función papal. Durante estas semanas León reafirmó el celibato de los sacerdotes, definió el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer e instó a los obispos a mantenerse firmes contra los abusos sexuales, un escándalo que sigue sacudiendo a la Iglesia mundial.
El papa León XIV se ha revelado como un hombre pragmático y reflexivo que no duda en manifestar su inconformidad con el rumbo de los acontecimientos políticos, y eso siempre es de agradecer en un mundo de tantas incertidumbres.