Venimos analizando las puntadas que ha dado el presidente Gustavo Petro sobre lo que será su política de seguridad y las preocupaciones que nos asaltan con respecto a los primeros anuncios del Gobierno.
Hemos dicho que Petro, más que una política de seguridad, ha puesto sobre la mesa muchas fichas sueltas, como de un rompecabezas que no se sabe si van a encajar bien o mal. Ayer revisamos los dos guarapazos que le dio a la Policía -la barrida de más de 20 generales y el trino en el que les dice que por cada masacre o asesinato de líder social en su jurisdicción les pone falla en su hoja de vida- y hoy haremos lo propio con el narcotráfico.
Petro ha hecho varios anuncios separados sobre drogas ilegales. Ha hablado, por ejemplo, de no exigir licencia para sembrar cannabis y sugirió que no importaría si se va a vender como medicinal o recreativo: “¿Qué pasa si se legaliza el cannabis en Colombia sin licencias? Como sembrar maíz, como sembrar papa”. Y lo justifica alegando que ese negocio no puede ser solo para las multinacionales sino también para los campesinos del Cauca.
Un segundo punto que ha planteado Petro es que no se van a fumigar los cultivos ilícitos y, según ha trascendido, también estaría pensando en acabar con la erradicación forzosa para dejar solo la sustitución voluntaria.
El tercer anuncio lo hizo en su primer consejo de seguridad en Quibdó y dijo que hará énfasis en la interdicción, “creo que es más eficaz”, fue la expresión que usó. Curiosamente, y casi de manera simultánea, el presidente de Estados Unidos Joe Biden también habló de interdicción de aeronaves en nuestro país y calificó como “extraordinaria amenaza” el tráfico de drogas “para la seguridad nacional de Colombia”.
Pero el anuncio que más impacto puede producir en materia de narcotráfico y violencia es la oferta de “paz total” en la cual se incluye a las bandas criminales. El canciller ha dicho que no sería “sometimiento a la justicia” si no “acogimiento”.
Vamos entonces por partes. No parece particularmente grave, aunque tiene sus complejidades, la idea de que se pueda sembrar marihuana en Colombia sin un permiso del gobierno. De todas maneras no se puede desconocer que así se incentiva la siembra de un producto cuya venta aún es en su mayoría ilegal y solo se permite para fines medicinales y científicos. Y si a eso se le suma la no fumigación y la no erradicación forzada de hoja de coca, además del perdón o de los beneficios para las bandas criminales, pues entonces estamos ante una especie de tendencia a la liberalización de los cultivos. ¿Es parte de la transformación agrícola que se está pensando?
Más allá del debate político, lo cierto es que desde que los cultivos de coca no se fumigan y desde que se puso en práctica la sustitución voluntaria se han multiplicado y hoy están en una cifra desmesurada: 143.000 hectáreas, según la ONU, y 235.000 hectáreas, según la medición del gobierno de Estados Unidos.