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¿En qué plan anda Roy?

Roy se posiciona como la voz que quiere cambio pero rechaza el caos y el radicalismo del gobierno.

08 de febrero de 2023
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“¿A qué juega Roy?”; “¿En qué plan anda Roy?”; “¿Qué es lo que busca Roy?” Estas preguntas y otras similares están en boca de muchos colombianos después de que Roy Barreras, el curtido político hoy presidente del Senado, ofreciera una serie de entrevistas a medios de comunicación a finales de la semana pasada.

Y es que en efecto, en esas entrevistas, Roy Barreras se despachó en fuertes críticas al rumbo que en varios aspectos ha tomado el actual gobierno, principalmente con la reforma a la salud y con la llamada paz total. Hizo muy duras observaciones, sin embargo, se preocupó siempre de salvar al presidente Gustavo Petro para quien no ahorró elogios, calificándolo una y otra vez de gran estadista y declarándose admirador de su inteligencia y su cultura. El agua sucia se la echó a las ministras, que porque no han entregado los proyectos de ley que él les pidió desde hace siete meses, y a otros funcionarios del alto gobierno.

La perplejidad que produce ver a Roy en este plan tiene una razón de ser muy sencilla: el hoy fuerte crítico del gobierno fue tal vez el hombre clave en su victoria, y en los éxitos políticos y legislativos que el presidente Petro se anotó en la primera parte de su mandato. Sin él, habíamos ya alguna vez dicho, es bastante posible que Petro ni siquiera hubiera llegado a la Presidencia, y es indudable que sin él no habría logrado armar una aplanadora en el Congreso que le ha permitido victorias tempranas como la aprobación de la reforma tributaria.

Ahora, cuando han trascurrido apenas seis meses, el nuevo gobierno recibe fuego amigo de este gran aliado.

A los ministros, Roy les dice que se acuerden que son gobierno y ya no activistas de ONGs. Critica ferozmente a la ministra de salud por su terquedad, su falta de disposición al diálogo y porque, al fin de semana no había entregado una sola línea del proyecto de reforma. Ataca duramente los aspectos centrales de la reforma a la salud, aun cuando dice que el sistema debe cambiar. Muy duro le da al comisionado Danilo Rueda, a quien incluso parecería culpar del fiasco aquel en que consistió el anuncio de un cese al fuego bilateral; llega al punto de decir lo que aquí hemos dicho, y es que Colombia está en un cese al fuego unilateral en que los únicos paralizados son las fuerzas del orden. Por otra parte, se muestra generoso con la ministra de minas aunque arremete sin piedad contra su descabellada idea de parar los nuevos contratos de exploración. Y va más allá: acusa a sectores varios del Pacto Histórico de tener un fanatismo y un radicalismo que impide gobernar en coalición.

Es muy difícil no ver en este episodio intenciones políticas. Lo cual por supuesto es válido. Puede ser, por ejemplo, que con estas salidas altisonantes esté tratando de escalar sus advertencias para que el gobierno y en particular las ministras acaten recomendaciones que tal vez ya les hizo en privado. O, tal vez, su intención sea menos altruista y quiera hacerse sentir para ganar más poder dentro del gobierno. O tal vez la verdadera motivación sea que Roy busca perfilarse desde ya como la opción que promete seguir con el cambio en 2026 pero aterrizándolo, poniéndole orden y quitándole radicalismo.

Sin importar cuáles sean sus intenciones, hace bien al país que alguien con el poder que hoy ostenta Roy Barreras como presidente del Congreso se ponga en el plan de darle algo de sensatez al caos que por momentos parece ser este gobierno y que presione para que las reformas sean razonables.

Será interesante ver cómo la nueva actitud de Roy juega en este apretado semestre que va a tener el Congreso, y en el que se van a discutir reformas de gran calado como las de salud, pensiones y laboral. Sin un buen componedor parlamentario, como lo es Barreras, la aprobación de estas reformas se ve muy complicada, no solo por las dificultades usuales de trámite sino y sobre todo en el caso particular de estas por las profundas controversias que generan.

Finalmente, hay un punto en el que no podemos estar de acuerdo con el senador Roy Barreras, y es su insistencia en exculpar al Presidente de todas aquellas cosas que está denunciando y criticando.

¿No es el Presidente quien viene insistiendo desde la campaña en que hay que arrasar el sistema de salud y acabar las EPS? ¿No es el Presidente el que ha insistido en que no puede haber nuevos contratos de exploración? ¿No es el Presidente el que se apresuró con una política improvisada de “paz total” y que corre a anunciar resultados que no existen? Y en cuanto al fanatismo y al radicalismo, ¿no es el Presidente el que dedica día y noche a debates amargos en redes sociales? ¿Y no es el Presidente el que dice que sus reformas ya fueron aprobadas “por el pueblo” el día de las elecciones (despreciando así al Congreso), y quien ha prometido salir a las calles a presionar a las instituciones?

El Presidente es, al fin y al cabo, el jefe del gobierno: no puede el senador tratarlo como si fuera una figura simplemente simbólica, que no tiene responsabilidad de nada, con ministros y funcionarios que van haciendo lo que les viene en gana. En últimas, si así fuera, equivaldría a que Roy planteara que el Presidente es irrelevante.

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