Cómo pasar de largo la firma del convenio que dará paso a la construcción del túnel del Toyo, un tramo fundamental para facilitar el transporte de carga y pasajeros entre el Valle de Aburrá y la región de Urabá, pero también para el tráfico que va y viene del Suroccidente de Colombia, con el que hay un fluido intercambio comercial.
El contexto de este megaproyecto por supuesto está atravesado por el desarrollo esperadísimo de las autopistas de cuarta generación, entre las cuales está la ampliación y consolidación definitiva de la Vía al Mar, la misma que, de manera recíproca, provocará el crecimiento portuario del Golfo de Urabá, desde Bocas de Atrato hasta Arboletes, en jurisdicción de Antioquia.
El que se inicia es un proceso complejo, paciente: ya desde la Secretaría de Infraestructura del Departamento se advirtió que los pasos inmediatos serán los diseños, la compra de predios y la obtención de las licencias ambientales, para este túnel que tendrá 9,7 kilómetros, en un tramo que con vías de acceso y elementos complementarios asciende a 39,3 kilómetros.
El proyecto será también un motor de crecimiento para la subregión que componen los municipios del Occidente (Dabeiba, Uramita, Frontino y Cañasgordas), los cuales quedarán a hora y media y dos horas de Medellín y su área metropolitana, plaza privilegiada para la venta de su producción agrícola y ganadera.
Las obras del Toyo marcan un momento histórico, como lo señalaron el gobernador Sergio Fajardo y el alcalde Aníbal Gaviria, y como siempre lo ha sostenido este diario, una de cuyas banderas ha sido la terminación de la Vía al Mar, con todo lo que ello le significa a Urabá, a Antioquia y al país, en materia de costos-beneficios, y para dejar atrás la dilatada construcción de una red de superautopistas acorde con una economía capaz de competir y ser eficaz en la globalización del siglo XXI.
El Toyo implica un significativo esfuerzo presupuestal de Antioquia y Medellín que, respectivamente, aportarán 780 mil millones y 520 mil millones. La Nación pondrá 582 mil millones de pesos. Una muestra de los aportes valiosos que siempre asumimos los antioqueños para apalancar nuestro desarrollo.
Por eso la región espera todo el compromiso y toda la diligencia por parte del Instituto Nacional de Vías que estará a cargo del proceso de licitación, adjudicación y seguimiento de las obras. Un plan de ocho módulos, cuatro de los cuales se pagarán con los recursos de los gobiernos regional y local.
Así que en 2016 esperamos ver al Toyo construyéndose a toda marcha, sumado al avance de las concesiones Mar 1 y Mar 2, paquete que deberá constituir el empujón definitivo para que, aproximadamente a partir de 2022, Antioquia y el país disfruten de una autopista que reducirá de manera notoria costos, tiempos y distancias en todo el circuito productivo y comercial terrestre del Occidente colombiano, y muy en especial en aquella esquina privilegiada de Urabá.
El Toyo tendrá una longitud mayor al túnel de La Línea y por sus especificaciones y sus servicios, asociado al potencial portuario de Antioquia sobre el Atlántico, no hay duda de que será un acontecimiento para la ingeniería vial de Colombia y para la inserción amplia en las dinámicas exportadoras e importadoras que cruzan nuestra región.
Una bienvenida a las obras del Toyo, gran atajo al bienestar de los colombianos.