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El niñeragate

Si el equipo del Jefe de Estado procede así, con este tipo de maniobras irregulares que podrían ser incluso ilegales, para resolver un problema simple, no se alcanza uno a imaginar qué harían ante un verdadero problema de Estado.

04 de junio de 2023
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El escándalo de la niñera en la Casa de Nariño a esta altura parece ser un libreto escrito por los creativos de House of Cards o Succesion, series en las cuales las ganas de poder – y sobre todo el poder mal utilizado – termina haciendo volar en mil pedazos los límites éticos y legales.

El gran problema es que en el caso de Marelbys Meza, la niñera al servicio de la familia de Laura Sarabia, no se trata de una obra de ficción para entretener, sino de la brutal realidad que pone en evidencia no sólo unos cuantos pecados del gobierno si no y sobre todo la tragedia de un país.

La crisis se desató luego de que la revista Semana publicó la denuncia, según la cual, a Laura Sarabia – la funcionaria más importante del gobierno para el presidente Gustavo Petro –, se le perdió un dinero en su casa y por esa razón a la niñera la llevaron a la Casa de Nariño, de una manera aparentemente irregular, la entraron sin registrar, y la sometieron a una prueba de polígrafo.

La niñera dijo que se sintió “secuestrada” y en general lo que contó, bajo el código penal colombiano, podría entenderse como tortura. “Yo sentía que me iban a dejar ahí, que no iba a volver a salir” y explicó que los hombres que la sometieron al polígrafo la amenazaban: “esta noche no va a su casa, de aquí va presa y le vamos a hacer un allanamiento a todos sus hermanos y a usted”.

Sin duda, el país necesita mejores explicaciones que las que hasta ahora han dado para entender este procedimiento. El presidente Petro ha dicho que el polígrafo se utiliza en la Casa de Nariño para quienes acompañan al mandatario a sus desplazamientos. Sin embargo, la niñera de su jefa de gabinete no cabe en ese criterio y si así fuera le debían haber pedido autorización y no haberla llevado a la fuerza como, según su relato, ocurrió.

Ahora queda otro sabor amargo en la boca: si el equipo del Jefe de Estado procede así, con este tipo de maniobras irregulares que podrían ser incluso ilegales, para resolver un problema simple – se le perdieron a Sarabia 7.000 dólares, aunque otras versiones hablan de 150 millones de pesos – no se alcanza uno a imaginar qué harían ante un verdadero problema de Estado.

Si la crisis es por la pérdida de 7.000 dólares es grave que se haya puesto el aparato del Estado al servicio de resolver ese impasse. Pero si lo qué pasó fue que se perdieron 150 millones de pesos la situación es aún peor y habría que preguntar ¿qué hacía la jefa de gabinete de Petro con ese monto de dinero en efectivo en su casa? El dato de la cuantía no es menor, sobre todo si tenemos en cuenta el reciente escándalo de Nicolás Petro, el hijo del presidente, enredado por manejo de grandes cantidades en efectivo durante la campaña.

Otro punto que preocupa es ¿quién dio la orden? O mejor, las órdenes. La del presunto maltrato y la del polígrafo forzado. Pero también la de chuzar el teléfono de la niñera. El Gobierno y sus seguidores en redes sociales han querido distraer la atención diciendo que fue la Fiscalía. Sin embargo, no hay que perder de vista que Gustavo Petro fue cuidadoso en poner en los organismos de inteligencia del Estado personas de su entera confianza que además militaron con él en el M19: en la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), designó a Manuel Casanova; a cargo de la Unidad Nacional de Protección (UNP) puso a Augusto Rodríguez, y al frente de Migración, a Carlos García.

¿Acaso la hoy exjefa de gabinete - o quién más – se siente con el poder de pedir que le peguen un susto a la niñera? ¿A quién se le ocurrió la perversa estrategia de ponerla como miembro del Clan del Golfo para poder interceptar sus comunicaciones?

Pero eso no es todo. Como ocurre en las series truculentas, cuando se cree que no cabe una sorpresa más, a esta también le apareció otra punta. En medio de la crisis se supo que el embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, utiliza un avión privado para desplazarse. ¿Quién paga los 30.000 dólares que vale un chárter como ese? ¿Cuántas veces ha utilizado el embajador estos vuelos privados? ¿Qué tipo de negocio hacen en Venezuela los empresarios que viajaron con la niñera en el avión privado a Venezuela?

Todo esto sin contar que cuando se desató lo peor de la crisis el presidente Petro brilló por su silencio: no puso un solo trino en casi 24 horas y no cumplió la agenda que tenía prevista. La Casa de Nariño no dio ninguna explicación al respecto. Al fin y al cabo, es precisamente Laura Sarabia, la que le ha guardado los más intrincados secretos en los diez meses de su Presidencia. Es ella tal vez la única que sabe en dónde ha estado el mandatario cuando se desaparece por días sin consideración de a quién deja plantado.

Tal vez por eso, al anunciar la salida de Sarabia del Gobierno por esta crisis, no solo se refirió a ella como “mi funcionaria querida y estimada”, sino que también dijo que se retiraba mientras se desarrolla la investigación.

Más allá de lo que termine ocurriendo, todo este episodio deja un mal sabor de irrespeto por la Constitución y la Ley desde el propio corazón del Estado.

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