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Pocas políticas públicas tendrán un impacto mayor en el futuro de la ciudad, que aquellas destinadas a abordar el creciente número de turistas que llegan a Medellín.
Vemos con buenos ojos el proyecto de acuerdo propuesto por el alcalde Federico Gutiérrez para llevar a cabo una reforma en la estructura administrativa del Distrito que contempla, entre otras medidas, la creación de la Secretaría de Turismo, todo ello sin incurrir en costos adicionales en el presupuesto de la ciudad.
Al igual que sucede con la creación de ministerios en el Gobierno Nacional (los más recientes el de la Igualdad y el del Deporte), sería ingenuo pensar que el simple acto de agrupar en una “secretaría” a un equipo de funcionarios, resolverá por sí solo las complejas necesidades derivadas del creciente turismo en la ciudad. Sin embargo, el hecho de que este sea uno de los proyectos impulsados por el mandatario indica que, al menos en el papel, se pretenden orientar las políticas públicas en la dirección correcta.
Los 1.2 millones de turistas que visitaron la ciudad en 2023, a pesar de los numerosos desafíos y efectos secundarios que conllevan, pueden representar una valiosa fuente de ingresos para los habitantes de Medellín, siempre y cuando se gestionen adecuadamente.
Para comprender mejor este potencial, es útil considerar algunos elementos del proyecto “Antioquia Emergente”, una iniciativa que busca proporcionar información que guíe la estrategia futura de Medellín y Antioquia, resultado de la colaboración entre Proantioquia, Eafit, Comfama y la consultora Breakthrough.
Según los datos de este proyecto, Medellín recibe más “nómadas digitales” (personas que trabajan de forma remota mientras viajan) que ciudades como Barcelona, Ciudad de México, Buenos Aires o Madrid, cuando ajustamos esta cifra por el número de habitantes, ubicándonos como uno de los destinos más populares para estas visitas de largo plazo en el mundo hispanohablante.
El tamaño del mercado de Airbnb en Antioquia ya supera el de Cartagena o Bogotá, mientras que el área autorizada para la construcción de hoteles ha experimentado un rápido crecimiento en todo Medellín y su área metropolitana. Esto ha generado un sector económico con un significativo impacto económico para la ciudad: en 2022, el salario promedio de los empleos en el sector de servicios culturales, creativos y turísticos alcanzaba los 3 millones de pesos, pagando casi el doble del promedio de los salarios en los sectores tradicionales.
Para completar el panorama el buen momento de artistas antioqueños como Karol G, J Balvin, Maluma y Juanes, ponen a la capital paisa en la lupa del mundo creativo y artístico y, sin duda alguna, gracias a ellos Medellín “está de moda”.
Sin embargo, surge la pregunta: ¿estamos preparados para capitalizar esta popularidad?
A pesar de los buenos datos, han llegado malas noticias. En los primeros dos meses del año se reportó la muerte de 12 turistas extranjeros, muchos de ellos en situaciones violentas y asociados al consumo de estupefacientes. La cifra de turistas muertos en 2023 llegó a 30, lo que derivó en que el Departamento de Estado de Estados Unidos emitiera una advertencia a sus ciudadanos sobre riesgos en seguridad al visitar Medellín, una situación tanto trágica como vergonzosa. El asunto es de tal importancia que la Embajada de EE.UU y la Alcaldía de Medellín sellaron ayer un acuerdo para trabajar medidas conjuntas de protección, que involucra también a las plataformas de citas digitales y la habilitación del 911 como línea de emergencia.
Por otro lado, una problemática aún más grave sigue latente en la ciudad: el creciente fenómeno del “turismo tóxico”, ese que se vale de la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes y la prostitución campante con jóvenes en bares, restaurantes, hoteles, parques, y que le ha valido el remoquete a la ciudad de “burdel a cielo abierto”. Nuestros menores de edad están siendo víctimas de este delito condenable en cualquier contexto y representa una verdadera tragedia social de proporciones enormes, por lo cual es necesaria una respuesta colectiva de ciudad para frenar este tipo de abusos que hoy por hoy ocurre a la vista de todos.
Desde otra perspectiva, el incremento de costos en Medellín, especialmente en los arriendos, en parte por la creciente demanda de estadías asociadas al turismo y la falta de crecimiento en la oferta de vivienda que compense este nuevo auge, exigen una urgente regulación para que los ciudadanos no se vean desplazados y afectados económicamente por un turismo que hoy los está sobrepasando.
En ese sentido, celebramos que la Alcaldía de Medellín inició operativos de control y sanción a propietarios infractores por la operación de viviendas turísticas ilegales con multas de hasta 2.000 salarios mínimos mensuales y el cierre temporal del inmueble y la cancelación de la inscripción en el Registro Nacional de Turismo hasta por 5 años.
Para que Medellín se beneficie verdaderamente, el potencial positivo del turismo debe lograr superar estas enormes problemáticas. La creación de una Secretaría de Turismo es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente: pocas políticas públicas tendrán un impacto mayor en el futuro de la ciudad, que aquellas destinadas a abordar el creciente número de turistas que llegan a Medellín.
No puede permitirse que el “turismo bueno” sea vencido por el “turismo malo”.