La protección de la tierra, hasta hoy nuestro único hogar en el Universo, reclama del concurso de todos: gobiernos, ciudadanos y empresas. Sus recursos no son ilimitados y, por el contrario, su fragilidad es más alta de lo que se creía.
Por ello, vale la pena reflexionar sobre el documento suscrito por todos los embajadores de los Estados miembros de la Unión Europea en el país, para saludar la ratificación de Colombia al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, destacar los esfuerzos de sus naciones por liderar programas en pro del mismo y acompañar con recursos y conocimientos a los países más rezagados en esa tarea.
El documento además motiva a Colombia, a los colombianos y al mundo a pensar en la generación de energías limpias y las oportunidades de la economía circular y el futuro de los océanos.
El Acuerdo de París entró en vigencia el pasado 4 de noviembre firmado por 190 naciones y ratificado, hasta hoy, por 149 gobiernos que representan más del 82 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
En Colombia fue avalado por la Cámara de Representantes, con 92 votos a favor y ninguno en contra.
Es valiosa toda motivación y aporte local o global, público o privado, institucional o individual, por la defensa de la vida en el planeta porque con ello se contrarresta, en buena parte, la decisión del gobierno de Donald Trump de retirarse de dicho acuerdo, argumentando que el mismo constituía “un cuento chino”, “malo para los ciudadanos norteamericanos...”, entregando así a Europa, China y otros bloques mundiales, el protagonismo que EE. UU. tenía en este proyecto mundial, con grandes aportes de recursos económicos, investigaciones y desarrollos científicos.
Trump solo fue acompañado en su decisión por Nicaragua y Siria, cuyos gobiernos totalitarios, también se negaron a firmarlo.
La UE, así lo sostienen sus embajadores, lleva más de dos décadas de experiencia aplicando ambiciosas políticas climáticas, las cuales demuestran que sí es posible reducir emisiones y mantener el crecimiento económico, que los mercados de carbono pueden funcionar bien, que las tecnologías de bajo carbono y de eficiencia energética pueden renovar y hacer crecer el sector industrial, que se pueden tener marcos regulatorios eficaces y que la incorporación de políticas climáticas en sectores como la energía o el transporte puede ser un importante motor de desarrollo.
La lucha contra el cambio climático ofrece oportunidades de encontrar nuevas y mejores formas de producir y consumir, de invertir y comerciar, de generar empleo.
El documento destaca que así nace el concepto innovador de “economía circular”, basado en la vieja máxima de que en la naturaleza nada se desperdicia, todo se transforma.
Colombia no se ha quedado atrás en la implementación de políticas para mitigar el cambio climático y en ello, incluso, ha acumulado una importante experiencia que puede servir a otras naciones.
Ahora lo importante es definir cómo aplicar el Acuerdo de París a nivel local, con planeación sobre el uso y manejo de los territorios, con normas claramente definidas y aplicables en los planes de ordenamiento territorial.
En esto deben tener gran participación los sectores público y privado; la academia, desde la primaria hasta la universitaria; la mirada de los jóvenes y los conocimientos de nuestras comunidades aborígenes y nuestros viejos, para construir territorios competitivos y sostenibles a largo plazo y, ante todo, protectores del medio ambiente y sus ecosistemas.