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50 años de gracias

Proantioquia, en sus 50 años, ha impulsado obras y programas que le cambiaron el rumbo al departamento: el aeropuerto José María Córdova, la vía Medellín-Bogotá, las 4G, el metro, Ruta N y el Parque Explora. Es un papel clave.

20 de marzo de 2025
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  • 50 años de gracias

Hace medio siglo Antioquia tenía un problema más o menos parecido al que padece hoy: en ese entonces el presidente Alfonso López Michelsen decidió frenar el gasto público porque, decía, necesitaba contener la inflación. Ciertamente, el país estaba sufriendo un escandaloso aumento de precios por encima del 30%.

Ese frenazo en seco dejó en el aire proyectos claves del departamento, como la autopista Medellín-Bogotá, el puente sobre el río Cauca en Caucasia, así como proyectos ambientales (Corforestal) y sociales como las corporaciones Edad Dorada y Futuro para la Niñez.

Varios empresarios paisas, que en aquella época mantenían como bandera la defensa de Antioquia, se pusieron cita en el Club Unión para ver qué hacer. Para ver cómo se echaban al hombro las obras. Y dicho y hecho. Si bien la historia habla de 12 fundadores, hay que decir que uno de los más entusiastas fue Santiago Mejía Olarte, que convocó a la reunión y después aportó una “fortuna” para desarrollar la idea: $300.000 de la época (según los recuerdos de Adolfo León Gómez, un buen carro podía costar unos $10.500).

Desde ese día, Proantioquia se convirtió en un motor de progreso para la región, e incluso para el país, y no ha parado un solo momento. Los empresarios tenían claro que no se trataba de hacer filantropía, porque para ello ya habían creado Fraternidad Medellín y la Sociedad de Mejoras Públicas, entre otras.

El modelo que se inventaron fue el de un puñado de empresas privadas que se unen en una sola voz para comprometerse con el desarrollo de la región y el bienestar público, mucho más allá de crear empleos y pagar impuestos. No se trataba de armar otra Andi, que también había sido creada en Medellín para velar por los intereses de los industriales, esta nueva idea se propuso inyectar o poner al servicio de la ciudad todas las capacidades del sector privado.

Proantioquia se encarga o apoya el diseño de ideas estratégicas para la ciudad, gestiona recursos cuando la plata escasea, articula a los diferentes actores y en últimas es una especie de garantía de que los proyectos de ciudad, no se quedan botados de un gobierno a otro, sino que llegan a buen puerto.

Esa idea de hace 50 años ha tenido tal éxito que hoy es replicada en más de 10 regiones del país.

Para entender el valor de Proantioquia hay que tener en cuenta que la democracia permite gobiernos de periodos cortos, que así como es uno de sus baluartes para no dejar mucho tiempo en el poder a una sola persona que puede terminar engolosinada y abusar de él, también tiene su lado complicado y es que cada que llega un nuevo capitán tiende a creer que el viaje apenas comienza y dirige el barco hacia donde mejor le parezca sin detenerse a mirar en el mapa de dónde venimos y para dónde vamos.

Proantioquia ha cumplido un papel si se quiere de brújula, de ayudar a recordar cuál es el norte que se había fijado, de cierta manera servir de memoria para el empalme del gobierno que se va con el gobierno que llega, para que los proyectos estratégicos no se pierdan en el congelador.

No ha sido la gran protagonista, porque en cada proyecto, un gobernador, un alcalde o un presidente ha liderado, ha puesto empeño y trabajo, y ha cortado la cinta, pero Proantioquia ha servido como un hada madrina que hace su magia para ayudar a los demás a concretar las ideas.

Sucedió, por ejemplo, con el metro de Medellín, que en un momento dado parecía estar enredado, y Proantioquia ayudó a destrabarlo. Y así, ha contribuido a que se hagan realidad muchos de los sueños de los antioqueños.

La lista es infinita. Proantioquia ha impulsado, incubado o estructurado obras y programas que le cambiaron el rumbo al departamento: la construcción del aeropuerto José María Córdova, la autopista Medellín-Bogotá, la gestación de las vías 4G, el metro, Ruta N y el Parque Explora no hubieran sido posibles sin el papel clave que jugaron las mesas de trabajo de la entidad.

También de la cosecha de Proantioquia son programas que se gestaron para ayudar al país como Excelencia en la Justicia, Transparencia por Colombia, Ideas para la Paz, Empresarios por la Educación, Colfuturo y un programa revolucionario como Buen Comienzo.

Lo interesante es que Proantioquia se ha sabido adaptar a los tiempos. Desde hace unos años, ha contribuido a desarrollar programas como Medellín Cómo Vamos, la Promotora Cultural de Antioquia y la primera plataforma de Obras por Impuestos del país.

Su aporte más reciente fue la entrega de un predio de 270 hectáreas en el cañón de La Llorona, en Dabeiba (Antioquia), donde Proantioquia lidera una experiencia que va camino a convertirse en referente de reconciliación en el país. Con cultivos de cacao y limón, 68 excombatientes adelantan sus proyectos productivos, mientras trabajan en reconciliación y reconstrucción del tejido social. Hasta la ONU ha aplaudido los logros en esta finca que se llama Taparales, experiencia que considera puede replicarse en otras zonas de Colombia y en otros países.

Así como hace 50 años comenzó está gran historia que demuestra por qué los empresarios antioqueños tienen un ADN que los hace diferentes, ahora Proantioquia está empezando a trabajar en nuevos retos como la consolidación de Urabá como polo de desarrollo de Colombia, una región aeroportuaria con un renovado José María Córdova como ancla, el fortalecimiento de un turismo sostenible en el departamento, la promoción de una industria musical y creativa como nuevo epicentro económico y la proyección de un tren rápido entre Medellín y Bogotá.

Un gracias a Proantioquia por esos brillantes 50 años. Y que vengan otros 50 años de sueños y aportes a la región y al país.

*Esta es una versión del editorial de una separata especial sobre los 50 años de Proantioquia que circulará con EL COLOMBIANO este domingo.

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