Esta semana se presentó, y en más de una ocasión, por todos los noticieros de los canales regionales y algunos de cubrimiento nacional, un evento como noticia.
- En el municipio de Envigado, Antioquia, un campesino descargó su machete dos veces sobre el cráneo frontal de un perro, Apolo, que ingresó a los predios de la propiedad.
Ningún medio de comunicación me dijo si había sido en defensa propia. Quiero decir, la noticia no fue completa.
Señor televidente, usted puede estar siendo víctima, no del campesino, pero sí del ejercicio periodístico, porque hay manipulación y uno puede llegar a sentir rabia contra el campesino, incluso, autorizado a pedir que lo juzguen.
Esta semana, se presentó una vez y en el noticiero de un canal regional, un suceso como noticia.
- En una vereda del municipio de Granada, Antioquia, un joven cansado de que un perro le ladrara y lo molestara, lo agarró y lo tiró al río y murió. El asesino reconoció que fue un acto de rabia y no midió los efectos, “yo no quería matarlo y pido perdón a mis vecinos”. Los dueños del animal declararon a los periodistas, escandalizados por el hecho, que lo perdonaban y que él había prometido no volverlo a hacer.
Me pregunto:
¿Será que hay cosas que desconozco, porque no me lo han contado los medios masivos de comunicación, en este caso, la televisión, con relación a las conversaciones de paz?
¿Será que ver tantas veces y en todos los noticieros, el primer primerísimo plano del apretón de manos del malo, del bueno y del mediador, me oculta otras cosas? ¿Por qué tanto énfasis en esa imagen mientras lo que se escucha es que quedan puntos sin definir en la nueva jurisdicción de justicia, que son 75 puntos, que es la impunidad lo que impera?
¿Qué intención tiene el director y los periodistas de un canal nacional, que mientras escuchamos los aplausos y las voces de los protagonistas de la firma del acuerdo del punto de justicia en las conversaciones de paz de La Habana, vemos víctimas de bombas, de minas quiebrapatas, velorios, entierros, llantos, casas e iglesias derrumbadas, una muñeca descabezada, un carrito de juguete sin llantas, un tenis estallado y alguna virgen de yeso desmembrada? ¿Qué me están queriendo decir, qué me están obligando a sentir?
Uno puede meter a la cárcel a la bestia que machetea al animal.
Uno puede rechazar a la señora que perdona al joven que mató a la bestia.
Uno puede decir que el apretón de manos es una farsa.
Uno puede afirmar que nada va a cambiar y que no es posible que los asesinos se sienten con uno a conversar o a politiquear.
Uno puede también pedir más trabajo, más información, más ciudadanía, más civilidad. Afortunadamente tengo este espacio para decirlo, decírtelo.