¿Qué es un hit? ¿Puede alguien hacer un éxito en cinco minutos? ¿Música chatarra? ¿Quién dice qué es bueno y qué no? Esas fueron algunas de las incógnitas que surgieron luego de la polémica, o mejor, la “tiradera” entre Residente, el conocido frontman de Calle 13, y un clásico del sonido urbano llamado Tempo.
Una opinión sobre la industria musical, sobre las malas canciones que se hacen hoy y sobre el consumo sonoro inconsciente de la gente, generó sensibilidades entre algunos interpretes del llamado “género urbano”, lo que desató controversia en redes sociales, y la publicación de dos canciones dedicadas, que más que piezas sonoras, se convirtieron en una pantalla novelesca de comentarios y burlas, y en auténticas batallas campales.
Sin lugar a dudas, es una discusión mediática y aprovechada, pues cada uno de ellos sacó el mejor partido de la circunstancia para ganar likes, para sumar expectativas y para demostrar quién tiene más poder en el social media y en la misma industria. Lo primero que hay que decir es que no se puede tragar entero con estas situaciones, es muy probable que todo estuviera planeado para que esa lucha de egos musicales existiera, pues cada uno de estos interpretes está necesitado de nuevos impulsos en la industria. Sino era con Tempo era con otro músico, simplemente fue el que mordió la carnada y ayudó para iniciar esta justa de popularidades, que a gusto de los fanáticos, demostraría no solo realidades de la música, sino calidad artística y lírica de cada uno.
De entrada y desde donde quiera que se mire, la discusión es interesante. Cuando hay cuestionamiento a la calidad musical, hay aporte, y estos dos lo hicieron en el campo de juego, componiendo y retándose, expuestos a la misma crítica, no sé si en los mejores términos, pero dieron una demostración de una verdadera “pelea” musical, de una batalla de freestyle que dejó ver realidades de esa industria musical tan viciada y tan ajena a muchos de nosotros.
En el caso de este señor Tempo, que jamás oí en la vida, solo pedía en sus redes sociales respeto o muerte y de esa manera retó a Residente con una canción oscura, fuerte, y repleta de clichés e insultos; en el caso de Residente, no fue ajeno a los insultos, pero fue más allá, en lo lírico y musical y dio una demostración de conocimiento y dominio absoluto del alfabeto.
Las dos canciones salieron pronto, una detrás de otra, el mismo día, y ese también era el reto, hacer un “hit” en tiempo récord y además, demostrar el manejo de la rima, del freestyle y del poderoso punchline (la frase remate). Lo más interesante de todo fue la repercusión, las cifras de las canciones que sumadas llegan a casi los seis millones de reproducciones en Youtube, y que demuestran que los únicos ganadores son ellos mismos, así los comentarios y el debate den como triunfador a Residente por su filo en la punta de la lengua, por su virtuosismo al pasar de un género musical a otro, y por ser agudo, letal e inteligente con cada una de sus rimas.
¿Importa quién ganó? No, a ellos no. Ellos ya ganaron y no solo nuestra atención.