La Procuraduría es un ente de control necesario con una trayectoria histórica para el ejercicio republicano como Ministerio Público. Es la antigua cámara de la moral que quiso instaurar Bolívar en nuestra recién creada República. Sin embargo, es una entidad que aunque necesaria para regular el poder, no ha sabido evolucionar con la sociedad moderna. En primer lugar, tiene demasiadas competencias: en materia disciplinaria, de derechos humanos, de representación del interés publico, en materia militar, y de infancia, entre otras. Creo que debería reformarse para quedarse solo como Tribunal disciplinario y con posibilidad de tener doble instancia. Esa es su verdadera naturaleza y su competencia más importante. Las demás competencias en materia de derechos humanos y Ministerio Público deberían pasar a la Defensoría del Pueblo.
Además, si se le deja solo la competencia disciplinaria, ella solo debería conocer de los funcionarios públicos nombrados, no de las faltas disciplinarias de los cargos de elección popular ya que chocan directamente con la competencia electoral que tiene el contencioso administrativo. Solo un juez puede destituir un funcionario elegido popularmente. La Procuraduría es necesaria, pero requiere una urgente reforma estructural.