No veo a Trump como un nuevo Reagan. La filosofía de Trump es más soberanista, su eslogan es “EE.UU. primero”. No comprendo las críticas a eso. Si Emmanuel Macron no pone a Francia primero, es que no está haciendo su trabajo.
Los últimos cuatro años han sido difíciles porque la izquierda nunca aceptó la victoria de Trump y siempre lo consideró un presidente ilegítimo. Ha intentado todo contra él. Empezó con la cuestión de Rusia y, tras el fracaso de la investigación [del fiscal especial Robert Mueller], siguió con el ‘impeachment’. No he visto nada así en la vida.
Antes de la pandemia y de la crisis social desencadenada por las protestas, hemos visto una economía que crecía de manera galopante, con un desempleo muy bajo, sobre todo entre la población negra, y un alza constante de la bolsa. Trump bajó los impuestos, y, sobre todo, eliminó regulaciones. Ha sido, además, el primer presidente desde Jimmy Carter que no ha empezado ninguna guerra. Por eso es difícil de entender que los demócratas nunca lo aceptaran.
Como dijo Ted Koppel [un veterano de las noticias de la televisión de EEUU] el año pasado, “los medios de comunicación han decidido que Donald Trump es malo para EE.UU.”, y que su deber es deshacerse de él, de una manera o de otra.