El juicio político abierto en la Cámara de Diputados este domingo fue una decisión de naturaleza puramente política que constituye un golpe de Estado. Es una ruptura a la Constitución y un golpe a la voluntad de más de 54 millones de brasileños que votaron por la presidenta Dilma Rousseff.
Todos aquellos que acompañaron el proceso de Impeachment vieron que, efectivamente, los actos por los que acusan a Rousseff no tienen la menor procedencia. Ninguno discutió los actos que dieron origen a la acusación.
Los presentados durante la votación no son argumentos. Eso nos muestra con mucha claridad e indignación que la decisión que la Cámara de Diputados tomó la noche del domingo fue una decisión de naturaleza puramente política.
Es absurdo destituir a una presidenta que no ha cometido delitos ni ha robado un centavo. Y un proceso como ese, sin delito ni dolo, es un golpe de Estado.
La presidenta no va a renunciar a su mandato y seguirá luchando hasta el final. Luchará con todos los que quieran la democracia y el Estado de derecho.