Es un plan de ordenamiento muy innovador, con instrumentos y procesos nuevos en el país e incluso entre las ciudades de Latinoamérica.
La renovación urbana es un asunto crucial, que no estaba en anteriores POT. Por eso desde el punto de vista académico puede verse acabado, pero la reglamentación es minuciosa por lo innovadora. Una cosa es lo que soñamos como POT y otra es la realidad de la implementación. La renovación urbana trae nuevas obligaciones urbanísticas. Los gremios tenían 80 puntos para discutir, que luego agrupamos en 25. Nos comparan. Pero la renovación en Bilbao, España, por ejemplo, tardó 27 años. Es un proceso largo.
Ya hicimos, por decreto, las modificaciones posibles al POT. Habrá revisiones todo este año a las que no se pueden hacer por decreto. Pero ya hay un acuerdo y se firmó y se tienen herramientas para avanzar. Hay 69 planes parciales formulados, listos.
La economía necesita el POT. El modelo de ocupación de la ciudad lo necesita. Es lento, por complejo. Pero tenemos la mayoría de instrumentos listos. Hay tareas de corto, mediano y largo plazo y es necesario articular ese trabajo con diferentes secretarías e instancias. El otro asunto es que Medellín no se puede comparar con otras ciudades: por su topografía exige un crecimiento compacto y no hacia las laderas. Este modelo es motivo incluso de consulta y visitas de estudiantes y urbanistas de otros lugares.
