No puedo estar de acuerdo con este desfile, porque no hay en él un sentido de formación, no hay tampoco un propósito.
No sabemos qué tradición de belleza y de las flores se está proponiendo en ese acto y por eso este no causa revelación alguna ni provocación sensorial hacia el mundo de las flores, que han sido fundamentales en la conformación del sentido estético humano.
Basta con leer el ensayo de Maurice Maeterlinck sobre La inteligencia de las flores, en el que plantea que estos no son seres inferiores.
O la importancia que tenían para escritores como Georges Bataille, que habló del lenguaje de las flores. O de estos elementos en las obras de Tomás Carrasquilla.
De modo que así, sin fundamento, se trivializa la relación con las flores. No sabemos qué queremos resignificar con ellas.
Cuál es el valor de la orquídea entre nosotros. O de la hortensia o de la heliconia. Se pierde el símbolo de las flores, se profana su capacidad de conmover el alma humana.
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