Los problemas de la justicia son, como ponían antes los antibióticos, “de amplio espectro”. Tan amplio que han generado un “coronavirus”, una crisis de credibilidad con sobra de razones. Hay, evidentemente, un problema moral de trasfondo, que es una crisis de civilización, que no se resuelve con normatividades. Edificar una moralidad que se imponga en la sociedad es tarea de una civilización, obra de siglos. Destruirla es obra de una generación. Eso pasa en Colombia, una crisis moral en la cúspide. Decía el poeta latino Horacio: “De qué sirven las vanas leyes si las costumbres fallan”.
Siempre he dicho que funcionaba mejor el sistema cuando había una Sala Constitucional en la Corte Suprema. Ahora hay Corte Constitucional, con nueve dictadores, no tienen ningún control. Una reforma clave es que haya controles efectivos. Lo que hay ahora es que para controlar escogen la peor gente.
En cuanto al fiscal General, si quiere recorrer el país, bienvenido sea, para que conozca la realidad de la justicia penal en Colombia.
Me parece un grave error que los fiscales Generales no sean penalistas, ellos deberían ser juristas formados en lo penal, porque cuando no lo son quedan en manos de asesores.