Este paro se origina en la voracidad de la multinacional Gran Colombia Gold que, a precio de gallina vieja, recibió a perpetuidad de manos del Gobierno la mina, y ahora quiere apropiarse de todo para beneficio suyo.
Esa decisión del Gobierno rompió una tradición centenaria entre los dueños del título y los vecinos de Segovia y Remedios, que siempre habían vivido explotando zonas periféricas de la mina, donde los yacimientos no eran tan ricos o importantes.
Empezaron por despedir a todos los trabajadores, acabaron el sindicato y la convención colectiva y ahora escalan en la idea de sacar, además, a los mineros ancestrales, pese a que ellos habían logrado, a través de un decreto de la Gobernación, el reconocimiento a su existencia, actividad e importancia en el desarrollo de la región.
El paro es un conflicto social y económico, no es asunto de delincuentes ni merece el trato policivo que se le están dando a través del Esmad.
Hoy el paro está en la sin salida porque el Gobierno, pese a tener herramientas para presionar a la multinacional, a fin de que ceda áreas y conviva con los mineros ancestrales y tradicionales no las toma, pero sí lo hace para sofocar la protesta cívica, laboral y social.