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Parecerá precoz el interrogante que sirve de título a esta columna, dado que la vicepresidente Harris no lleva ni una semana posesionada, y que en circunstancias normales nadie en EE.UU. se involucra en una campaña presidencial sino aspira a serlo por dos períodos.
Pero el anuncio anticipado de Biden de no aspirar a un segundo mandato, hace válida la pregunta, y esta situación afectaría de alguna manera el comportamiento de la dupla presidencial. Si esta hipótesis es válida, es de esperar que las actividades y el involucramiento de la señora Harris en el gobierno no sería el folclórico papel de llanta de repuesto del presidente por si la biología o alguien acelera su paso por este mundo.
Aunque prematuramente, y sabiendo que en 4 años por estos tiempos puede pasar casi de todo, también surgiría la pregunta: ¿qué opción tendría la señora Harris de ganar las próximas elecciones? Hay tantas cosas y tan inciertas por considerar, que nadie puede establecer una probabilidad creíble, pero a pesar del espacio disponible, menciono algunos asuntos.
Su probabilidad de victoria estaría obviamente vinculada al éxito de Biden, que para los demócratas, quienes creen que algo más malo que el gobierno anterior no podrá darse, le daría supuestamente una ventaja sobre los posibles candidatos republicanos y entre los otros aspirantes demócratas. No obstante, yo no apostaría mi sangre a que todo saldrá necesariamente bien, estando en la incierta mitad de una pandemia, teniendo en cuenta que nada me convence todavía que el valor de las acciones en Wall Street no tiene un tufo de burbuja, y que sería ingenuamente peligroso creer que la aplazada crisis económica cíclica se fue a vivir su jubilación a Mar-a-Lago.
Algunos creen que la reciente victoria demócrata es garantía de que el partido republicano no tiene opción en 2024, pero cuando no cuentas votos electorales sino votos personales, una victoria de 52% contra 48% es más un riesgo que una fortaleza. Que ganaron el Senado, sí, pero con un margen microscópico; que conservaron la Cámara, sí, pero perdiendo escaños. Eso es algo muy lejano a una garantía y las elecciones de Congreso en dos años lo establecería, contemplando además que al partido demócrata le suele resultar más fácil ganar, no por sus virtudes, sino por los errores de los republicanos, que no estarán en el ejecutivo ni el legislativo.
También debe considerarse que: 1. Darle carta de defunción política a Trump es muy apresurado, y que si no es él, hay una opción “relativamente renovadora” y con posibilidad de llegar a un espectro más amplio dentro del partido republicano, como la señora Nikki Halley, que ya empezó a recoger fondos. 2. El partido demócrata tiene un cisma grande en su interior y su ala socialista no creo que se sienta bien representada en el gabinete ni verá con agrado, cuando Biden empiece a hacer lo que debe y sabe hacer, negociar con los opositores