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Columnistas | PUBLICADO EL 09 mayo 2021

¿Y SI LE BAJAMOS DOS RAYITAS?

Por Elbacé Restrepoelbaceciliarestrepo@yahoo.com

Y heme aquí, sentada frente a esta página en blanco, sin saber qué decir que no haya sido dicho ya. Sintiéndome tibia, como si fuera un delito, por no ser capaz de ubicarme ideológicamente en ningún extremo radical y nocivo. Viendo, impotente, cómo hasta dentro de la familia se generan grietas, rabias, dolores y resentimientos porque no tenemos cabeza fría para oír las razones de la contraparte y porque a los gritos de “nos están matando”, vivimos en una constante tortura anímica y psicológica que acaba con los últimos resquicios de paz que pudiéramos tener.

Quienes no marchamos en la calle, por la razón que sea, también tenemos postura crítica. Nos duelen las desigualdades sociales, la corrupción infinita, el desgobierno, los abusos, las deficiencias en nuestros sistemas educativos, laboral y de salud, la impunidad, las injusticias y todo lo que quieran poner en esta lista. Incluso podemos estar en desacuerdo con un gobierno displicente, desconectado y lento (¿alguno no lo ha sido?). Pero hacer lo que nos corresponde en los espacios en los que nos desempeñamos, la forma elegida por muchos para construir país, no nos hace malos ciudadanos, indiferentes ni merecedores de descalificaciones. Tampoco por estar en contra de los actos de delincuencia, terrorismo y abuso de la fuerza, de lado y lado, que suelen acompañar las protestas que reclaman soluciones urgentes a problemas crónicos de nuestro país. Y si a esto le sumamos muertes, también de lado y lado, el objetivo queda desvirtuado y aplaudir se vuelve un imposible. Ni siquiera podemos comprenderlo.

¿No les pesa el cuerpo como si llevaran una tractomula a cuestas? A mí sí. Por eso agradezco las voces serenas y sensatas que intentan transmitir un poco de calma, como estos apartes de una reflexión de Marco Tulio González, S.J., exdecano de la Facultad de Sicología de la Universidad Javeriana:

“Cada uno de nosotros tiene dones y habilidades que sirven a la totalidad. Unos tienen una mente clara y excelentes ideas, otros son ágiles en encontrar soluciones creativas. Unos saben curar, otros tienen el don de la oratoria. Unos aman estar en grupo e iniciar movimientos que se expanden, otros prefieren quedarse en el jardín cuidando de una sola semilla. El momento requiere que cada uno de nosotros descubra su don y lo ponga al servicio del todo y de todos... ¿Hay algo que sólo tú puedas dar? Necesitamos evitar la trampa de ser aspirados por esa ilusión colectiva que dice que nuestro destino está en manos de alguien, y no en nosotros mismos. Mientras nos quedamos atrapados por la revuelta, reclamando, atacándonos unos a otros, alimentando esa ola que causa angustia y miedo, dejamos de hacer lo único que podría ser verdaderamente revolucionario: ¡Existir! Ser la luz que somos. Si eres alguien influyente en la política, sé luz. Si eres influyente en la educación, sé luz en la educación. Donde quiera que estés, haz lo mejor...”.

¿Y si le bajamos dos rayitas, por lo menos, a la confrontación, a la provocación y al enfrentamiento estéril? Esa también es una forma, muy válida, de alumbrar en la oscuridad

Elbacé Restrepo

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