En un área amplia entre el Nordeste y el Bajo Cauca antioqueño hay una situación extraña, porque aparentemente y tras episodios violentos ocurridos entre abril y mayo, la situación se ve más tranquila, pero todavía muchos campesinos y mineros están temerosos de salir a cumplir con sus labores.
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Por esa razón, la Unidad para las Víctimas movilizó 22 toneladas de ayudas humanitarias de emergencia con el fin de paliar la difícil situación que viven casi 2.000 personas en zonas rurales apartadas de los municipios de Zaragoza, Segovia y Valdivia (Antioquia). En esa labor ha sido fundamental la articulación con las alcaldías locales, según informaron.
Los abastecimientos han llegado por tierra y río, valiéndose de embarcaciones, pues muchas de las comunidades afectadas son ribereñas.
La población beneficiada corresponde a las veredas Campo Alegre, Villa Severa, Villa Amará, Bagre Medio, Bocas de la Zorra, La Rebatiña, Bocas de Río, en Zaragoza. También, La Llana y Raudal en Valdivia y Santa Isabel de Amará, en Segovia.
Sus habitantes son sobre todo campesinos y población afrocolombiana que han padecido los rigores del conflicto. Entre abril y mayo de este año, salieron de sus tierras durante varios días debido a los enfrentamientos entre el Clan del Golfo, disidencias de las FARC, el ELN y el Ejército.
“Dan mucho miedo esos enfrentamientos porque somos campesinos, agricultores y barequeros y no podíamos salir al pueblo por el peligro de salir a trabajar los cultivos por las minas”, apuntó Luis Aníbal, quien regresó a su vereda Campo Alegre.
La intensificación de la confrontación de los armados tiene que ver con una disputa por las rentas ilegales provenientes de los cultivos ilícitos, la minería ilegal y las extorsiones.