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Columnistas | PUBLICADO EL 08 junio 2020

¿Y qué tal la cuarentena? pues...

Por Elbacé Restrepoelbaceciliarestrepo@yahoo.com

Acababa de renunciar a un trabajo estable para crear una empresa con la que soñé toda la vida. Me cogió sin empleo. Estaba terminando una investigación de campo para mi tesis de grado y tuve que suspenderla. Pude sentarme a escribir mi libro, para el que nunca había tenido tiempo. Mi negocio quebró. Me dediqué a cuidar a mi mamá anciana. He podido tener el contacto que nunca tuve con mis hijos. Entre la educación virtual y el teletrabajo, mi casa es un caos. Me encanta el teletrabajo porque no tengo que desplazarme. He estado encerrado solo, sin ningún contacto humano y estoy desesperado. He estado encerrado solo, sin ningún contacto humano y logré encontrarme conmigo mismo. Perdí mi empleo y he tenido que poner el trapo rojo en mi ventana. Vivo solo y adopté una perrita para que me acompañe. Confirmé que este mundo es una porquería. Confirmé que en este mundo hay mucha gente buena. Estaba embarazada y mi hijo nació durante la cuarentena. Me enteré de que tengo una enfermedad grave. Murió una de mis gaticas por culpa de un perro bravo y su dueño irresponsable. Tengo un conflicto viejo con mi pareja y en esta cuarentena estamos viviendo un infierno. Tenía muchos problemas en mi matrimonio y en esta cuarentena logramos resolverlos. Descubrí que mi familia es la mejor red de apoyo del mundo. Soy maestra y muchos de mis alumnos no tienen computador, tocó por WhatsApp. Soy estudiante y no tengo computador, celular ni internet, tocó atrasarme. Soy médico y he visto morir compañeros de trabajo por coronavirus. He hecho fiestas en mi casa porque estamos muertos, pero no enterrados. ¿Qué es cuarentena? Soy depresivo, estoy confinado en el campo, feliz, y no quiero volver a la ciudad. Soy ama de casa y he disfrutado cada momento en compañía de mi esposo. Soy médico neumólogo y llevo diez semanas viviendo solo, para no arriesgar a mi familia. Soy alcalde y se me ha inflamado el ego varias veces. Soy mayor de 70, no tengo nietos, me llaman “abuelito” y estoy en casa por cárcel. Enterré a mi madre. Iba a la barbería cada quince días, ahora tengo un pajonal de canas sobre mi cabeza. Soy director de un hospital y el Gobierno no ha cumplido sus promesas de ayuda. Soy la corrupción y sigo haciendo de las mías. Sigo sola buscando a mi mamá desaparecida. Soy columnista y seguí escribiendo alejada de mis fuentes.

Si bien el impacto económico realmente ha sido y será muy fuerte para todos, el grado de afectación de esta cuarentena sobre las relaciones familiares y los proyectos personales será mayor, para bien o para mal. Este pellizco retorcido de la vida nos retrasa los planes o nos facilita el tiempo para concretar algunos sueños aplazados. Cada quien cuenta una historia diferente y, como no vengo del futuro, no me aventuro a creer que luego de esto no haremos milagros por falta de tiempo, conociendo la fragilidad de la condición humana. Tampoco quiero pensar que quedaremos peores, ¿pero iguales? ¡Mamola!.

Elbacé Restrepo

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