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Vox Populi

El domingo se confirmó el hastío de la gente por la destrucción a su valor más preciado: la confianza. Un hastío que las encuestas y los medios demostraron y que recibió una verificación orgánica por la vía del voto de opinión de la gente.

31 de octubre de 2023
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Por Juan David Ramírez Correa - columnasioque@gmail.com

Previo a las elecciones del domingo pasado, Daniel Quintero en su tóxico Twitter dijo: “(...) Upegui sigue creciendo a pesar de las encuestadoras que inflan, los medios que manipulan y los políticos que mienten”.

Nada distinto a los mensajes que envió durante el tiempo que hizo campaña en favor del primo de su esposa. Mensajes polarizadores, violentos y destructivos, cargados de estigmatización hacia los otros, carentes de cualquier consideración ética.

En paralelo, pasaba algo que era imposible que pudiera ver por su propia obnubilación por el poder. En los espacios de la opinión pública crecían, se solidificaban y materializaban argumentos contundentes y suficientes para que el continuismo titiritero no pudiera seguir con la destrucción sin precedentes de las instituciones y del valor de lo público que Quintero y sus secuaces habían creado, una destrucción que, por demás, siempre estuvo marcada con tintes de corrupción pasados de cualquier consideración ética y moral.

Con los resultados electorales del domingo en las principales ciudades del país -Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla- el círculo se cerró y el mensaje fue contundente, como en el caso de Medellín, donde las encuestas no estuvieron infladas. La estadística mostró todo el tiempo la tendencia de rechazo a personas como los candidatos quinteristas y a los estilos que buscaban perpetuidad en el poder y militancia populista.

Los medios no manipularon, cumplieron e hicieron su tarea, fueron valientes como debe ser. Con contundencia objetiva y pruebas, más voces testimoniales de los afectados, pusieron de manifiesto su capacidad poder para contener a personajes de este tipo que sin escrúpulos arrasan límites éticos y morales.

Por último, los políticos ganadores no mintieron. Fue el caso de Federico Gutiérrez en Medellín, quien desde el principio planteó que desde el sentido común se debía recuperar el valor de lo público y lo institucional y ese sentido común parte del el rechazo contundente a estos personajes y su lógica de tierra arrasada.

Al final, el mensaje fue uno: narrativas justificadas en bajezas, como las creadas por Quintero y su gente, hechas a punta de bilis y trucos por debajo de la mesa, no son necesarias.

El domingo se confirmó el hastío de la gente por la destrucción a su valor más preciado: la confianza. Un hastío que las encuestas y los medios demostraron y que recibió una verificación orgánica por la vía del voto de opinión de la gente.

Fue una declaración de principios traducida en un abrumador rechazo al continuismo y a las dinámicas populistas.

¿Contentos? Por supuesto. El hecho de que en Medellín más del 70% de los votantes haya expresado la necesidad inmediata de cambio abrió una puerta esperanzadora, pues no fue un asunto creado y maquinado por las antípodas políticas de la izquierda y mucho menos el resultado de encuestas infladas, medios manipulados o políticos de siempre. Fue evidencia pura y dura de no querer más odio, corrupción y populismo. Fue el sentido común quien lo permitió. La democracia.

Vox Populi. Todo está dicho.

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