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Columnistas | PUBLICADO EL 19 noviembre 2022

Una luz de esperanza

Un aspecto destacable del encuentro se vio en su apertura, en la que tanto Biden como Xi utilizaron un lenguaje más moderado y diplomático.

Por Luis Diego Monsalve - redaccion@elcolombiano.com.co

En medio de crecientes tensiones, amenazas y grandes expectativas, finalmente se llevó a cabo en Bali, Indonesia, la primera reunión cara a cara entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de la República Popular China, Xi Jinping. Hacia fines de la primera década de este siglo se habían reunido y coincidido en varias ocasiones como vicepresidentes de ambos países. Tras la elección de Biden como presidente han tenido varios encuentros virtuales, pero ninguna presencial debido a la estricta política anti-covid-19 en China, que provocó que Xi no saliera de su país por más de dos años.

Ambos líderes acaban de tener importantes acontecimientos políticos en sus países: en China concluyó el XX Congreso del Partido Comunista, se extendió el mandato de Xi por al menos 5 años más y es considerado hoy como el líder chino más poderoso desde los tiempos de Mao Zedong. En Estados Unidos acaban de celebrarse las elecciones de medio mandato, y lo que se esperaba como una contundente victoria de los republicanos, acabó siendo un resultado muy favorable para Biden y los demócratas, sobre todo porque consiguieron retener las mayorías en el Senado.

El encuentro se dio como antesala a la reunión del G20 (las 20 economías más grandes del mundo). El único ausente de esa reunión fue Vladimir Putin, quien no estaba dispuesto a ceder a las demandas de sus otros colegas sobre la desastrosa guerra en Ucrania.

La relación entre las dos grandes potencias se ha ido deteriorando claramente desde mediados de la década pasada y hoy algunos analistas consideran que estamos viviendo una nueva guerra fría. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos, especialmente de los países en desarrollo, han expresado que el mejor escenario posible sería no tener que elegir entre un aliado y otro. Cuando se suponía que el mundo estaría más unido para enfrentar un desafío común que afectaba a toda la humanidad, como fue la pandemia del covid-19, la crisis entre ambos se profundizó y se presentó un escenario de división en diferentes temas, por ejemplo, las vacunas.

Un aspecto destacable del encuentro se vio en su apertura, en la que ambos utilizaron un lenguaje más moderado y diplomático. El encuentro es positivo en sí mismo porque abre nuevos canales de comunicación entre ambos y plantea puntos de acuerdo en los que pueden trabajar juntos. Si bien siguen existiendo puntos de grandes divergencias como el de Taiwan, hay otros en los cuales se podrían llegar a acuerdos como el de trabajar en equipo para evitar el escalamiento de la guerra entre Rusia y Ucrania.

Ahora, con una crisis económica a la vista que amenaza la estabilidad mundial, la invasión de Rusia a Ucrania que plantea grandes incertidumbres en materia de seguridad alimentaria y energética, y grandes temas a abordar a nivel multilateral como el calentamiento global, esta primera reunión para debatir abierta y sinceramente las diferencias, es un primer paso que abre una luz de esperanza para el mundo.

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