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Columnistas | PUBLICADO EL 18 noviembre 2022

Un pecado catarí

Aún así, a pesar de todo, cargo con el peso de estar emocionado porque el domingo arranca el Mundial. Soy culpable. El “opio del pueblo” es muy efectivo.

Por David González Escobar - davidgonzalesescobar@gmail.com

La Copa Mundial de Fútbol arranca este domingo. No se siente igual que otro años.

Circulan en redes sociales videos de “aficionados” por las calles de Qatar. Alegres, cantando, todos con los uniformes de sus supuestos equipos: Argentina, Brasil, Alemania. El problema es que, más que alemanes o argentinos, los hinchas parecen sacados de una película de Bollywood. Y con toda sospecha: hay reportes que indican que el gobierno catarí le está pagando a ciudadanos pakistaníes para que actúen como aficionados, para que animen el árido ambiente. Todo muy diciente.

¿Quién pudo haber previsto la mala prensa que tendría el Mundial de Qatar? Pues absolutamente cualquier persona que haya visto el desarrollo de su organización: desde que se definió el país árabe como sede se sabía que era un país demasiado caliente, pequeño y controversial como para ser sede de un Mundial de Fútbol en el verano. Aunque bueno, “controversial” es un adjetivo innecesariamente tibio: Qatar es un país que va abiertamente contra las libertades individuales, en especial contra los derechos de las mujeres y de las comunidades Lgtb. Medios reportan que hasta 6.500 trabajadores pudieron haber muerto en la construcción de los estadios donde se jugará el torneo. Seguro se controvertirá la cifra, pero independientemente del número, lo que sí ha sido ampliamente documentado desde hace casi 10 años es el abuso a trabajadores migrantes por parte del gobierno catarí. El mundial de Qatar es un hijo de los peores años de corrupción de la Fifa. Joseph Blatter, el artífice de todo, suspendido de su cargo, fácilmente podría haber sido contratista del Pae de algún municipio del Atlántico. La Fifa, en todas sus presentaciones, es una vergüenza.

Aún así, a pesar de todo, cargo con el peso de estar emocionado porque el domingo arranca el Mundial. Soy culpable. El “opio del pueblo” es muy efectivo. La ministra argentina de Trabajo salió en una entrevista a decir que después seguirían trabajando en la inflación, que este mes había que estar concentrados en que Argentina gane el Mundial. Totalmente comprensible, y no solo por Messi: cuando se trata del fútbol, el sentimiento es inevitable, la prioridades se trastocan.

A pesar de la corrupción y el rechazo internacional que generará - y debería generar – la violación de derechos humanos en Qsatar, este Mundial seguro será un éxito. Los sentimientos que genera este deporte en las personas son demasiado fuertes. La afición global del fútbol no para de crecer: Asia y África son mercados enormes en donde cada año el fútbol gana más atracción. Más allá de su controversia, este Mundial seguramente será el más visto de la historia.

Aún así, se siente extraño. No solo por ser en noviembre y no a mitad de año, sino porque el Mundial cada vez depende menos del público “occidental” con el que construyó su popularidad. Las “tradiciones” dejan de importar: el próximo Mundial tendrá 48 equipos, no 32. ¿Qué más podrá cambiar? Imposible predecirlo, aunque lo que probablemente nunca cambiará será su popularidad, pese a que cada vez se dirija más a públicos distintos.

Estoy, como muchos, emocionado porque este domingo arranca el Mundial, pero quién sabe si será así por muchos años más...

David González Escobar

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