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Columnistas | PUBLICADO EL 03 agosto 2020

Un paisa fundador allá en Camboya

Por juan José García Posadajuanjogp@une.net.co

Rodas Torres Reinaldo Albeiro, el alumno discreto y tímido que respondía a lista en mis clases de periodismo de hace tres decenios, después de concluir su carrera de Comunicación se convirtió en sacerdote salesiano y viajero infatigable. Le publiqué en el periódico unas crónicas escritas desde Israel. Anduvo por muchos países lejanos e ignotos en misión pastoral y periodística. En Sihanoukville, Camboya, donde vive hace años, ¡fundó una Escuela de Periodismo! Toda una proeza, de este colega andariego, estudioso, disciplinado, pertinaz, que nos habló en una tertulia por internet, gracias al prodigio de esa suerte de antesala de la teletransportación que seguimos denominando virtual, cuando es tan real como forma de vernos y hablarnos, reunirnos, en estas jornadas inciertas.

Albeiro Rodas, el Padre Albeiro, nos ilustró en esa sesión del Coloquio de los Libros durante casi dos horas. Hizo primero una explicación geopolítica y cultural e histórica de Camboya, país donde el virus innombrable originado en su vecindario ni se ha sentido, tal vez por causa del distanciamiento natural de una población de unos dieciséis millones de personas, en su mayor parte campesina. Sihanoukville, donde vive nuestro personaje con doce horas de ventaja sobre el huso horario colombiano, se llama así en memoria de Norodom Sihanouk.

Albeiro ha escrito sobre lo humano y lo divino en esas tierras del sudeste asiático. Su espíritu andariego le ha enriquecido los conocimientos y experiencias lingüísticos. Conoce muy de cerca más de diez idiomas. Seguro el jemer, el de los camboyanos, sería para nosotros el más complejo. Y el español sigue hablándolo y escribiéndolo con fluidez y claridad que iluminan sus exposiciones y que ojalá pudiéramos leer en los libros que ha seguido escribiendo en géneros diversos, desde la narración novelesca y cuentística hasta el ensayo histórico. No he logrado encontrar sus trabajos de clase de comienzos de los noventas en la Bolivariana. Por ahí están, porque he pretendido conservar las obras iniciales de muchos de mis alumnos brillantes, en quienes desde aquel entonces intuía promisorios proyectos de buenos escritores.

El ejemplo de Albeiro es fenomenal. Ha asumido con auténtica devoción su compromiso profesional, su responsabilidad social y humana. En la conversación aludió varias veces al Espíritu Bolivariano. Su vida ha sido de servicio y de búsqueda incesante de nuevos horizontes para la creación de espacios y proyectos educativos como ese de Don Bosco Social Communication Department de la ciudad costera de Sihanoukville, donde pone por obra sus conocimientos y experiencias, su criterio ético y, claro, la magistral y admirable tradición pedagógica y educativa de los salesianos. Albeiro, con una sonrisa permanente, es un paisa fundador (sí, que a nadie le duela llamarse paisa) casi en las antípodas, nada menos que en la exótica Península Indochina.

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