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Amable lector. En el año 1930 se publicó la segunda edición del texto titulado Tratado de Hacienda Pública, escrito por el doctor Esteban Jaramillo, natural y vecino de Abejorral. El autor en forma abreviada expone con impecable lenguaje la historia sobre la evolución de los impuestos a partir de la Edad Media.
Por esa época los príncipes vivían de los bienes públicos y, de alguna manera, procuraban respetar el consejo de Santo Tomás, según el cual mientras los recursos que recibían fuesen suficientes debían abstenerse de expoliar a los súbditos. Hoy los príncipes son mucho más numerosos que los de esa época. Entre otros figuran los honorables padres de la Patria y los justos y abnegados servidores de las altas cortes.
Lástima que tan sabio consejo lo ignoren los ministros de Hacienda, Fomento y Trabajo, que son los tutores de la UGPP. Entidad que ha surgido como una tromba desplumando por igual a pícaros y a personas de buena fe.
El autor más adelante menciona que Diomedes Carafa (1487) estadista y soldado; enseñó que los impuestos deben ser ciertos y estables. Lo que no ocurre en nuestro medio. En general, se puede afirmar que los impuestos, contribuciones y aportes ni son ciertos ni estables. Por el contrario, son ambiguos y mutables.
En la obra en comento se recuerda que en 1576 Jean Bodin en un texto sobre cuestiones políticas expresó que el Estado debe cuidar el ahorro y, sobre todo, abstenerse de contratar empréstitos, pues las deudas constituyen la ruina del príncipe y sus finanzas. Un consejo tan sensato como este tampoco lo escuchan quienes se ocupan de la Hacienda Pública, incluyendo los que han manejado a EPM.
Por las limitaciones de espacio, basta decir, que este libro por su contenido y estilo justifica que una entidad como el Banco de la República o cualquier otra propicie una nueva edición, no importa que las enseñanzas contenidas en este nadie las aplique.
Desde el macizo andino en la frontera con el Ecuador se prolongan al norte del país tres grandes cordilleras. La Occidental, que avanza en promedio a unos 100 km de distancia del océano Pacífico. La Central, que corre paralela a la anterior y en medio de estas el río Cauca. Y la Oriental con el Magdalena a su izquierda, que llega cerca del lugar donde murió el libertador Simón Bolívar.
Cuando el profesor enseña a sus alumnos la topografía del país es poco el interés que despierta en ellos. El Agustín Codazzi hace algunos años imprimió el mapa de Colombia en relieve. Si alguien tiene a la mano este mapa disfruta al comparar las zonas montañosas y el contraste con los Llanos. Pero sobre todo porque comprende mejor los límites de la Patria. En las primeras habita la mayoría de la población, en los segundos, por la ausencia del Estado, en buena parte mandan los dueños de la coca, que con su poder económico están distorsionando nuestra maltrecha democracia.
Este mapa debería figurar en todas las escuelas, colegios, universidades y entidades privadas.