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Columnistas | PUBLICADO EL 05 enero 2023

Un ejército de “zombies”

Petro ha decidido que, por su Ley 418, queda instaurada esa “paz total”. Así, pretende hacernos creer que por el hecho de garabatear deseos en un papel estos se van a cumplir.

Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es

Con un simple movimiento de las manecillas del reloj cada año hacemos mudanza con la intención de que, esta vez sí, se hagan realidad todos nuestros anhelos. Todos nos conjuramos para cumplir los retos que nos fijamos. Hacer más deporte, sacar más tiempo para jugar con los hijos o estar con nuestras parejas, leer unos cuantos libros que atesoran polvo desde hace lustros, viajar a tierras soñadas o deshacernos de algún vicio. Pocas veces cumplimos esos propósitos y para febrero los gimnasios son el decorado abandonado de un “western” con la misma densidad de población que el desierto del Gobi.

Gustavo Petro no es una excepción. “La paz total será una realidad”, expresó el líder populista como cierre de año y apertura del nuevo ciclo. En este caso, Petro no expresaba ni un deseo ni una esperanza sino la certeza más absoluta frente a un cáncer que ha polarizado la historia de Colombia desde hace más de medio siglo y que ha dejado más de 260.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos, siete millones de desplazados, violaciones, secuestros e incontables y tragedias que han costado billones de dólares a todos ustedes, tanto por la contracción del PIB nacional como por el ingente gasto militar necesario.

Petro ha decidido que, por su Ley 418, queda instaurada esa “paz total”. Así, pretende hacernos creer que por el hecho de garabatear deseos en un papel estos se van a cumplir. Este “show” en el que se muestra cada paso que se da, como si la política fuera Instagram, nos deja negro sobre blanco el deseo de negociar con el ELN y las disidencias de las FARC, y someter a los paramilitares y grupos narcotraficantes.

Sin embargo, bastaron apenas unas horas del nuevo año para que esos “propósitos” de papel se hicieran cenizas. El pasado lunes se conoció el asesinato a tiros en Antioquia del policía Pablo Antonio Dueñas, miembro de seguridad del ex presidente Uribe, que disfrutaba de un permiso por las fiestas de fin de año, y se registró la primera matanza de 2023 en el municipio de Río de Oro, en el departamento del Cesar, con el resultado de cuatro víctimas mortales.

No parece que Petro vaya a tenerlo fácil con un ELN que dispone de cerca de 6.000 efectivos activos y una estructura atomizada que dificulta la cohesión de las negociaciones, y unas Farc que siguen activas con Iván Márquez echado al monte de nuevo y un estado mayor central al margen de cualquier interés por negociar.

No les aburriré con el sinfín de autodefensas, clanes, pandillas de delincuentes y demás ralea que pululan por el país porque ya se los conocen bien ustedes. Solo hay una posibilidad de que esa supuesta paz prospere y de ahí radica el peligro de los propósitos de Petro y de algún otro ex presidente: la rendición del Estado y la legalización de las drogas. Empezando por la marihuana para, más tarde, afrontar la coca.

Convertida en una actividad legal, la teoría apunta a que los conflictos quedarían reducidos a una cuestión mercantil con jugosos beneficios, a modo de impuestos, para el Estado. Pero hay un pequeño problemilla, que hace falta mercado. Y eso implica bendecir que miles de jóvenes se conviertan en adictos. No sé ustedes, pero a mí no me atrae mucho la idea de que nuestros hijos se conviertan en drogadictos y engrosen las filas del ejército de “zombies” que surgirá. Prefiero seguir luchando

Humberto Montero

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