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Columnistas | PUBLICADO EL 23 septiembre 2019

UN ATENTADO A LA INTELIGENCIA

Por Elbacé Restrepoelbaceciliarestrepo@yahoo.com

Alguien me dijo un día, con cara de acontecimiento, que su hijo adolescente quería ser youtuber. Me pareció un poco dramático, algo exagerado, pero después de argumentar sus razones para la preocupación, me solidaricé con él.

Para mí es un mundo raro, pero intenté un acercamiento para entenderlo. Comencemos por definir: “Un youtuber es un tipo de celebridad de internet que ha ganado popularidad gracias a sus vídeos en la plataforma multimedia YouTube”.

Hasta ahí todo nooooormal, como dicen los jóvenes. Es una forma legal de ganarse la vida. Lo que no es nooooormal son los contenidos que presentan en sus canales, que no son vistos por tres o cuatro gatos. El que menos seguidores tiene, entre los youtubers más reconocidos en Colombia, no baja de cuatro millones. ¡Un gentío que se sueña cualquier candidato a cualquier cosa por estos días!

Seguramente hay bastantes cuentas interesantes, pero entre los más “famosos” solo encontré dos: Uno que se dedica a las rutinas de ejercicios para mejorar el cuerpo, y otro a los ejercicios de matemáticas, para mejorar el conocimiento.

Los youtubers criollos (no vi los extranjeros) parecen calcados. Cambia la apariencia física, pero los contenidos son iguales: “Retos” absurdos, como ir a una panadería y pedir exactamente lo mismo del cliente anterior. Grabarse las “gracias” de la última borrachera. Mostrar a su mamá en una situación incómoda y morirse de la risa. Responder cien preguntas en cinco minutos. Y todo ello acompañado de voces impostadas, guiños, gritos, gestos, y un lenguaje pobre y predecible con efectos de imagen y sonido vertiginosos. ¡Todo un atentado a la inteligencia!

Y por eso les pagan ¡las millonadas! Dependiendo de la cantidad de seguidores, los patrocinadores pueden elevarlos a la categoría de influencers, es decir: los elegidos, que no necesariamente preparados, para dar consejos de moda, belleza, alimentación y hasta remedios para la depresión, qué peligro, y para decirles a sus seguidores que, sin unos tenis, un reloj o una camiseta de X o Y marca, la vida no vale nada.

Otra forma moderna de hacer dinero rápido, y hasta fácil, que muchos quieren imitar. Ya no hay que estudiar ni prepararse, ¡con hablar pendejadas frente a una pantalla se asegura el futuro! No es ilícito, y viéndolo bien, cualquiera envidia sus ingresos, pero es alarmante la vacuidad de los contenidos de estos ídolos con millones de seguidores que los subliman con sus likes y que le rinden culto a la fachada y al consumismo puro.

Los youtubers son fuente de inspiración y de información de los que apenas empiezan a formar sus criterios de vida. No generalizo, pero me pregunto si será otra consecuencia de la soledad parental en la que nacen y crecen ahora tantos niños. Y nada mal que les vendría un poco de atención.

De Gustavo Álvarez Gardeazábal, copio: “Con una sociedad donde se busca solo la comodidad con facilidad y la meta es conseguir dinero para comprar esa comodidad, pero sin hacer muchos esfuerzos [...] no creo que podamos ir para ninguna parte”. Yo “también” tampoco creo.

Elbacé Restrepo

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