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Columnistas | PUBLICADO EL 30 junio 2020

Tintas de muchos colores

Rocío Arango Giraldoarangogiraldo@gmail.com@RocArangoG

Ni siquiera en La leyenda de Gilgamesh, considerada la obra literaria más antigua del mundo, que data 4000 años antes en lo que hoy es Irak, se nota el color de la piel o la preferencia sexual de quien escribe. Tampoco, los textos de la escritora afroamericana ganadora del premio Nobel, Toni Morrison, ni los fragmentos de Oscar Wilde, o las pinturas de Leonardo Da Vinci o Frida Khalo tienen una reacción química en las tintas que las hacen cambiar de color advirtiendo la presencia de la diversidad. Ni tampoco, las composiciones de Beethoven suenan desafinadas por su sordera, o una bombilla dejó de iluminar por la sordera de Edisson o los agujeros negros se volvieron blancos de repente por la discapacidad de Stephen Hawking.

¡Nada de eso ha pasado!

Ojalá que la historia nos deje seguir escribiendo en tintas de diferentes colores. De hecho, el principal ingrediente para las creaciones humanas es la diversidad. Durante el Apartheid, que fue el sistema de segregación racial en Sudáfrica, la música, las letras y todas las creaciones artísticas, le dieron voz a la diferencia, a quienes no tenían voz.

Ojalá que la historia nos deje seguir escribiendo en tintas de diferentes colores. Y no nos privemos de conocer las obras literarias de Virginia Woolf, Marcel Proust y Federico García Lorca, simplemente por ignorancia y no respetar su forma de amar. ¡Estoy segura que las letras de La casada infiel, siguen en el mismo lugar donde el escritor español las dejó!

Ojalá que la historia nos deje seguir escribiendo en tintas de diferentes colores y sonidos tan majestuosos como los que compuso Beethoven, los tonos de voz como los de Stevie Wonder o Andrea Bocelli, o las notas de saxofón como las de Kenny G. Quienes nunca sus sonidos han desafinado por sus discapacidades, como tampoco espero que estas líneas no se desvanezcan a causa de mi discapacidad.

Ojalá que la historia nos deje seguir escribiendo en tintas de diferentes colores. Para que los seres humanos entendamos que la diferencia no nos mata, y en cambio la intolerancia sí. Y si no pregúntenle a la familia de George Floyd, todas las víctimas del holocausto judío y hasta las víctimas de feminicidios recientes en Colombia.

Ojalá que la historia nos deje seguir escribiendo en tintas de diferentes colores. Y entendamos que las creaciones culturales y científicas, por las “diferencias raciales”, tan ridículas y atroces como las guerras que desataron: el Apartheid sudafricano con el lápiz que se quedaba atrapado dentro del cabello de alguien negro. O de las narices respingadas de los tutsis en Ruanda.

La diversidad es el principal ingrediente que nos hace humanos. No hay otra Musa. Las Musas griegas son nueve, un número impar, sin iguales establecidos.

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