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V Domingo ordinario.
La Palabra de Dios, nos orienta hoy al sufrimiento del justo, su sentido, razón de ser. Una de las paradojas más hondas de una humanidad frágil, “rota”. Con muchas preguntas siempre abiertas; buscando respuestas antiguas y nuevas, con esperanza de liberación o salvación. ¿Por qué?.., ¿a mí? ¿Qué hice mal? ¿Es justo? ¿Dónde está Dios en todo esto? Estas y otras formas de preguntar lo mismo, han colocado al hombre y la humanidad sufriente ante Dios y, a veces, contra Dios.
No es un camino fácil, acosados, por el sufrimiento constante o fatal. El dolor, la enfermedad, la injusticia, la muerte del justo. ¿Cómo alcanzar la Paz en paz? ¿Cómo lograrla frente a tanto error y horror; tanta desolación, agresión impune con los más débiles y justos? Así venimos construyendo nuestras relaciones y sociedad, en este país con más de 50 años de violencia, conflicto y guerra.
Esta contradicción es difícil de asumir. Humanamente no es justificable, ni razonable, desde ningún punto de vista, para cualquier grupo humano, social. Es necesario abrirnos a la única respuesta posible en el horizonte Divino y del Espíritu. Solo así podremos trascender a la bondad, misericordia, justicia y paz. Solo Él nos puede Sanar.
Este horizonte de vida es Jesús. Su misterio de salvación-liberación, muestra el camino del justo sufriente, quien entregando su vida al dolor y la muerte de cruz, nos hace visible y comprensible el misterio de Dios; quien hecho hombre, al limitarse, ofrece la respuesta al misterio de la vida del hombre, del justo sufriente. Como Job, desde su dolor y sufrimiento, desde su condición vulnerable y sin esperanza; tiene en sus manos, por la misericordia y el perdón, la posibilidad de la vida y la reconciliación. La Paz en paz, más allá de toda justicia simplemente humana. Vindicativa.
Pablo asume este misterio con total pasión. Afirma que es su obligación; porque entregando este evangelio de vida, se puede llegar al misterio de la Salvación.
Cuando solo tenemos ojos para nuestro sufrimiento y tragedia, nuestra historia de violencia y muerte en todo este tiempo de conflicto y dolor; entonces, nos alejamos de la visión desde Dios. Le seguimos apostando a la retribución: Quien sufre, algo hizo mal, se lo buscó. Por este camino, dado como explicación al sufrimiento, el dolor y el mal; lejos de la compasión y solidaridad, no será posible ninguna vía de solución.
Cuando veamos el sufrimiento y dolor del justo, desde la mirada del Espíritu, desde Dios; entonces, sin reclamos o explicaciones, cerraremos la puerta al mal. Nuestra entrega a los otros, nuestros hermanos –antes enemigos- abrirá nuestro dolor al misterio de la redención, del amor y la reconciliación. Nos esperan, como a Jesús, horas difíciles. Pero serán tiempo de liberación, al dar nuestra vida por los demás. Esta vía, lejos de “tragarnos sapos enormes”, logrará la Paz en paz.