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Columnistas | PUBLICADO EL 04 mayo 2022

Sueño imposible

Ni un Estado mendigo ni uno ejerciendo el papel de Papá Noel son soportables en una democracia moderna.

Por Alberto Velásquez Martínez - redaccion@elcolombiano.com.co

El arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda, trazó hace algunos días el perfil de lo que debería ser el próximo presidente de Colombia: “Un presidente comprometido con la superación de las aberrantes situaciones de pobreza extrema de las regiones más olvidadas y alejadas, que presida un Estado que haga presencia en todos los rincones del país”.

Sabe el mitrado que desde hace mucho tiempo se viene reclamando la presencia del Estado en todos los rincones de la Nación para darle sustento a lo que debe ser una democracia real. Y que la ausencia del Estado en todo el territorio nacional ha facilitado que los grupos criminales de todos los pelambres —narcotraficantes, paramilitares, guerrillas, delincuencia común— se hayan tomado amplias zonas colombianas para imponer sus propias normas y gobiernos. Tiene toda razón el arzobispo en su clamor de pastor. Pero esa es una ilusión lejana. Un catálogo bien intencionado que no se ha logrado consagrar como política de Estado.

Mas una cosa es la ausencia de Estado y otra la presencia del Estado macrocefálico. Si aquel tiene que cubrir toda la geografía nacional para garantizar en todo el territorio la vida, honra y bienes de los colombianos, el Estado gigante, el que crece desmesuradamente y se apodera de la producción de bienes y servicios, alimentando más la corrupción, es el que la sociedad colombiana no puede aceptar. Ni un Estado mendigo ni uno ejerciendo el papel de Papá Noel son soportables en una democracia moderna. Un Estado derrochón, disfrazado de asistencialismo, crea unos déficits fiscales gigantescos que el aspirante presidencial de la extrema izquierda dice poder enjugar poniendo en movimiento la fábrica de hacer billetes del Banco de la República. O a través de la expropiación de los ahorros de los pensionados.

De todo ese perfil que debe tener un candidato idóneo, trazado por el báculo episcopal, hay algunos que en esta refriega electoral se acercan al modelo arzobispal. Pero hay, así mismo, cazurros que manejan los principios como intereses de bolsillo y tienen en el odio y la pugna clasista el esquema preferido para desarrollar sus controversias. Son antípodas del personaje diseñado por el mitrado.

Si no existe totalmente ese hombre providencial, hay que conformarnos con lo que da la tierra. Y votar no por el estadista, que no lo hay, sino por el que garantice un Estado eficaz, no un Leviatán, respetuoso de las divisiones del poder público, garantista de las libertades en todas sus dimensiones, y que repudie el populismo, veneno que corrompe y destruye la democracia.

P. D.: Hace 200 años Bolívar soñó con traer un príncipe europeo para que gobernara estas tierras, que consideraba inmanejables. Percibía la carencia de estadistas. En 200 años de vida republicana, son contados los estadistas que han gobernado en América Latina. El Libertador murió decepcionado, como Diógenes, aquel excéntrico griego que se pasó su vida, linterna en mano, buscando inútilmente un hombre honrado. Ojalá esas frustraciones no se vayan a dar en las urnas colombianas 

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