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El 28 de mayo de 2024 será recordado en el país como el día que un presidente con la favorabilidad del 38% destruyó una EPS que el 100% de las personas consideraban “muy buena”.

31 de mayo de 2024
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Por Sofía Gil Sánchez - @ladelascolumnas

Mis abuelos crecieron con miedo a la guerrilla y a los paramilitares.

Mis padres tenían pesadillas con carros bomba.

Luego de una historia de violencia y la promesa de un cambio... mi generación recuperó los miedos de mis abuelos, las pesadillas de mis padres y desbloqueó un nuevo temor: enfermarse.

Las EPS sobrevivieron días oscuros, noches largas, la más crudas de las violencias, el sonido de las balas que ahogaba el de las sirenas de las ambulancias, múltiples crisis y una pandemia; pero ante dos años de un Gobierno Nacional cuya pandemia es el populismo demagógico y corrupto, se ven obligados a desaparecer.

El 28 de mayo de 2024 será recordado en el país como el día que un presidente con la favorabilidad del 38% destruyó una EPS que el 100% de las personas consideraban “muy buena” en control de embarazo, 92% en cirugía general, 93% en exámenes, y 85% en medicina general y medicina especializada.

No ganaron una batalla ideológica contra los privados o los “$4.000 más ricos”, perdieron ellos, perdió Colombia... ojalá no sea muy tarde cuando lo entiendan. Cuando se enteren de que perdimos 30 años de confianza, que perdieron 5,3 millones de usuarios, que perdieron 20 ciudades, que perdieron 5.000 empleados, que perdió el 40% de los colombianos que no tienen otra opción que pertenecer al sistema de salud que les pueda brindar el Estado, que perdimos todos por estar sumidos en un país dividido.

Gracias a un presidente, millones de personas están perdiendo lo que nunca se puede perder en el país: la esperanza.

Gracias a un presidente, amanecemos con la incertidumbre de si lo próximo que leeremos será el conteo de una masacre, la transcripción de un audio de los miembros de la Fuerza Pública suplicando no los abandonen, la noticia de una constituyente, los números rojos de la economía, la crisis de la educación privada, la falta de control en la Universidad Nacional, el aumento del desempleo, el desmoronamiento de la salud, la cifra de 380 mil millones de pesos o la búsqueda de la reelección de una pesadilla.

Gracias presidente porque estarás “hasta que la liquidación se vuelva costumbre”.

A ese mismo presidente hay que recordarle que no existe nada más pasajero que el poder. Que la generación de mis abuelos dejó ir un conflicto que no les pertenecía. Que mis padres se ríen con sus amigos con las historias de su juventud, ya las bombas no son las protagonistas.

Gustavo, has hecho mucho daño y no me alcanzo a imaginar lo que podrás hacer en los dos años que restan. Pero hemos superado cosas peores. Generaciones enteras de colombianos que han salido adelante son la prueba. Nosotros no seremos la excepción.

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