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Por Tomás Castrillón Oberndorfer
tomascastrillon@hotmail.com
Los católicos practicantes están muy familiarizados con las denominadas “siete palabras” que, según los evangelios, pronunció Cristo durante su crucifixión. En general, dichas frases suelen ser aplicables a muchas circunstancias que ocurren en el desarrollo de los acontecimientos y al comportamiento de los seres humanos. En este caso en particular me referiré a esta frase de Jesucristo: “Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”.
Se entiende que saber es: “Tener conocimiento de una cosa”, y es claro que el no saber es la ignorancia, y, además, que el verbo perdonar significa: “Dejar libre a una persona de un castigo”, lo que equivale a: eximir, amnistiar, indultar y condonar.
Surge entonces la primera inquietud de un lego en la materia: ¿Qué pasa con los que Sí saben el mal que hacen? ¿Acaso la frase implica que no tienen perdón?
En hechos históricos recientes desarrollados en el país, parece que la causa del caos que se vive se debe a varias circunstancias notables que pretendidamente encajan, sin justificación alguna, en la recomendación evangélica. En otras palabras: se disculpa, se exonera, se exime a algunas entidades o personas sobre las responsabilidades de algunos acontecimientos nefastos, con la pretensión hipotética de que ignoraban la ocurrencia de los hechos. Y basta con señalar unos pocos.
¿Acaso resultó que el M-19 ignoraba o ni sabía lo que estaba ocurriendo en la toma del Palacio de Justicia?
Y los que negociaron en La Habana la entrega del país al narcotráfico terrorista de las Farc, ¿no sabían que les estaban dando, entre muchas otras gabelas, todas las garantías para incrementar el cultivo de la coca y la impunidad sesgada de la JEP? Además, ¿nunca supieron el resultado del plebiscito?
No se puede omitir la mención a los expresidentes que conforman el dueto SAM y SAN, con cuyas frases emblemáticas de “Fue a mis espaldas”, del primero, y “Me acabo de enterar”, del segundo, se lavaron las manos en relación con las pilatunas que protagonizaron.
En la actualidad, los protagonistas de estos pocos casos mencionados andan por ahí muertos de risa y merendando. Hechos de esta naturaleza, perdonados y olvidados en gran medida y sin razón, dizque por la ignorancia de sus protagonistas, ocasionaron la formación del panorama nacional actual, constituido por una impunidad sesgada que se ha incrementado notablemente en los últimos años y por la corrupción rampante que aparece en casi todos los actos del diario transcurrir.
La percepción más generalizada es que, en una mayoría de los casos, los protagonistas que manifiestan su ignorancia sobre las circunstancias que rodearon la aparición o realización de hechos nefastos del pasado Sí sabían lo que estaban protagonizando. Esta circunstancia se incrementa en las épocas preelectorales y es fácil verificarlo observando la gran proliferación de precandidatos que, a pesar de que tienen un gran rabo de paja, aparecen con el estribillo de: “¡Si algo pasó, yo no estaba ahí!”.
En muchos casos, al lado de los que Sí saben, están los que No saben. Por ejemplo, entre los miembros que conforman la denominada “primera línea”. Y, al final, aparecerán los verdaderos culpables de tantos hechos vandálicos y de terrorismo, en el poder, porque: pobrecitos, era que “no sabían”. ¡Ya voy, Toño!
Mucho cuidado con eso de la “amnistía generalizada” esbozada por el expresidente Uribe, que, en la práctica, es un eufemismo (disfraz, Juanito) para la impunidad