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Estación Contabilidad (conocida también por Sumario y Sumatoria), a la que llegan no solo contadores públicos y cuidadores de finanzas, sino historiadores blandiendo documentos políticos falseados e informáticos (podcast con textos, fotos, videos, sonidos), expertos en derechos humanos (o desechos) reclamando igualdad e integridad, inclusivistas (valga la palabra) con su asunto de todos, todas y todex, lo que ya no aboga por una inclusión sino por un separatismo, pues este asunto de género, antes que unir, lo que busca es tener a quién señalar.
Y la fila sigue con predicadores que hacen más circo que dar sentido a lo que sacan de la Biblia o de sus éxtasis teatrales, técnicos y estrategas que analizan la guerra como si hiciera parte de la historia del hombre elefante; psicólogos que proponen quererse a sí mismos, p ero con más pasión y mejor dieta; intérpretes de profecías que ya tienen seco a Nostradamus y a no sé qué ciega rusa; fanáticos (sectas, culinarias, deportes, ideologías políticas) que ofrecen detectores de demonios y lavatorios de pecados; delirantes que usan el dólar como espada de izquierda o de derecha. Y entre todo este alboroto, un ciudadano que trata de leer, pero no puede porque el ruido y el escándalo no lo dejan.
Todos los siglos tienen su año peligroso, pero este 2022 merece ser exhibido como un mico con piel de ballena y patas de gallina que pone huevos cuadrados y da discursos en reguetón. Nada fue congruente en él: las guerras trataron de ganarse con mentiras y contradicciones continuadas en la red. La economía se movió entre la inflación, la deflación, la recesión y un dólar mutante que no impidió que los aviones se llenaran. Los inmigrantes descartaron el sueño americano (les aplicaron una pesadilla) y los chinos persistieron en guardar gente para lograr Covid cero, lo que hizo que aumentara. Irán persiguió mujeres y condenó a muerte a futbolistas y opositores, agregando drones explosivos con destino a Rusia. Y si a esto le sumamos los gobiernos izquierdistas latinoamericanos con sus decrecimientos y sus opositores delirantes, raro es que ya no seamos pacientes de algún manicomio.
Un año pesado este 2022, con índices altos de fatiga en el trabajo (temor al desempleo), gobiernos que crecieron la infodemia con propaganda narcisista, potencias que solo ladraron, alzas permanentes en productos y servicios, fracasos en la globalización de combustibles y divisas, visiones escatológicas del futuro etc. Y esta pesadez (muy pandémica) tocó a todos los que usan celulares, que son la info-mayoría: gente pegada a la pantalla y presumiendo del mundo a través de esta y de mil o más informaciones que nunca llegaron a un final. Pero aquí estamos, esperando que el año se acabe sin terminar.
Acotación: ojalá rebaje la contaminación, la corrupción, la politiquería y tanta locura. El deseo es de un buen año, si dejamos, claro.