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Columnistas | PUBLICADO EL 24 diciembre 2022

Sobre cambios disponibles

La historia de la humanidad ha sido de cambios. De las cavernas pasamos a los edificios y de la energía viva llegamos a la energía muerta. Y en estos cambios hemos mejorado.

Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Mutaciones, a la que llegan promotores de cambios diversos: gente que cree en robots con una inteligencia superior a la humana (lo que convertiría en mascotas de las máquinas a los hombres y mujeres), seguida por los que ven en Marte una posibilidad de hacer colonias para desde ahí saltar a otros lugares como Europa y Titán (lunas de Júpiter y Saturno, respectivamente) o a exoplanetas parecidos a la Tierra, con igual gravedad, bióxido de carbono (para calentar la superficie), agua y oxígeno. Pero como esto se demorará (cuestión de distancias y cohetes de carga), pues cualquier sitio en el espacio exige una terroformación (crear o encontrar condiciones similares a las de nuestro planeta), entre los que apuestan a una vida más allá están también los que mutan más acá haciendo de la virtualidad una manera de trabajo en la casa o un ingreso al metaverso para poder gobernar o sentir que gobiernan jugando, seguidos por los que creen que la riqueza está en la red, que la información son emociones (ya se sabe cómo funcionan los influencers) y que ya hay buenos búnkeres para vivir bajo superficies radioactivas.

La historia de la humanidad ha sido de cambios. De las cavernas pasamos a los edificios y de la energía viva (producida por animales y seres humanos) llegamos a la energía muerta (vapor, electricidad, combustibles fósiles). Y en estos cambios (cada vez que aparece un concepto nuevo nos volvemos otros), hemos mejorado condiciones técnicas, construido formas de convivencia (mejores o peores), tipos de gobierno más precisos o desarmables y entendimientos más complejos (o terribles) del intercambio económico. En los cambios mutamos, el mundo es otro y hay adaptaciones a las nuevas condiciones, unas a favor y otras en contra. Cambiar es situarse en otra parte.

Los cambios nacían como consecuencia de guerras, desastres naturales, revoluciones y pandemias. Pero ahora los estamos provocando (como un doctor Frankenstein) sin calcular los resultados finales (la globalización ya tiende a ser un fracaso, las nuevas guerras ni se diga). Divulgadores científicos como Michio Kaku y Yuval Noah Harari, hablan de nuevas sociedades, las unas en el espacio y las otras dependientes de laboratorios, algunas con conexiones informáticas añadidas al cuerpo y las más (las pobres) aisladas dentro de contextos que crean ciudades y técnicas de supervivencia desde la destrucción y la basura, como dice Ben Wilson en su libro Metrópolis. Y en estos cambios (que se empujan), el ciudadano medio vive el día, a veces nervioso y en otras despreciando lo que pasa, metido en una burbuja para que no lo manipulen y viendo todo como si fuera una película.

Acotación: Que el mundo está sujeto al cambio, es una premisa exacta. Pero no sabemos de qué lado, si para el avance o el atraso, para un antes que carece de condiciones o para un después incierto. ¡Qué inseguridad!

José Guillermo Ángel

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