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Negar que hoy existe un dilema entre si es necesario priorizar la salud o la economía es, cuando menos, ingenuo. En diferentes conferencias y foros virtuales a los que he asistido en medio del encierro, me ha llamado la atención algo que han dicho varios expertos: la salud es la vida, pero en la economía están los medios de vida. Si no logramos entender que ambas son importantes y que de ambas dependen vidas, eventualmente la causa predominante de las muertes en el marco de esta crisis dejará de ser el virus para convertirse en el hambre y muy seguramente la violencia.
En materia de salud, ya sabemos cuáles son y cuáles potencialmente serán los efectos, a pesar de que aún no hemos alcanzado el pico de contagios y muertes gracias a las medidas acertadas que se han tomado y al trabajo incansable del personal médico. Por otro lado, los efectos económicos son también muy importantes y deben ser analizados, pues hoy existen factores que se suman a la ya muy delicada situación generada por la pandemia.
Tenemos un dólar superior a los $4.000, el precio del barril del petróleo en los niveles históricos más bajos (con el agravante de que el presupuesto general de la Nación contempló su precio a USD 67 el barril), unas proyecciones (según Anif) sobre el empleo y el ingreso de los hogares con pérdidas de $5,8 billones (0,5 % del PIB), una tasa de desempleo que pasará del actual 12,2 % a un estimado superior al 20 %. A esto se suma la contracción de algunos sectores como el comercio, la construcción, la industria manufacturera, el turismo, el transporte, entre muchos otros, además de un sector informal muy golpeado... Y el panorama global no es para nada alentador: según el Fondo Monetario Internacional la economía mundial caerá 3 % y Colombia tendrá un crecimiento negativo estimado del 2,4 %. Con una economía destrozada, con empresas quebradas, sin bases sólidas para el momento del “efecto rebote” de la economía, los niveles de pobreza serían insostenibles.
Así las cosas, es evidente que no hay una respuesta correcta. Para salvar vidas hay que cuidar no solo la salud sino también la economía. El presidente Iván Duque, en mi concepto y el de una gran mayoría de colombianos, ha manejado bien la crisis. Hemos visto en él a un líder serio, informado, tomando decisiones basadas en datos y priorizando las personas. Liderar en un panorama de incertidumbre requiere ponderación y prudencia.
Esperemos que esta difícil situación logre unirnos por fin. Que rememos todos para el mismo lado. Sin oportunismos políticos, sin agendas más allá de enfrentar esto tan duro de la mejor manera posible. No significa que estemos de acuerdo en todo, pero sí en que lo más importante es la gente. Y después de ponernos de acuerdo en esto tan fundamental, hagamos esfuerzos inmensos entre todos como sociedad, pues no es el momento de liderazgos individuales, sino más bien de liderazgos colectivos.
Esto va para largo: la Organización Mundial de la Salud afirma que conviviremos con el covid-19 durante mínimo un año, hasta que exista una vacuna. No sabemos cuándo la vida volverá a ser como antes. No sabemos, siquiera, si volverá a ser como antes. Yo espero que no. Espero que esta crisis nos cambie, que nos ayude a priorizar lo importante. A nivel global, tenemos más y mejores herramientas para enfrentar una pandemia que en cualquier otro momento de la historia. A pesar de que es necesario ser realistas, hay razones para mantener un optimismo moderado .