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Los próximos gobernantes tendrán una tarea difícil en un contexto nacional que no favorece a nuestro departamento, un panorama económico que genera incertidumbres y una situación de seguridad que nos preocupa a todos.
Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho
El próximo domingo tendremos otra jornada electoral y, como suele suceder, parece ser las más importante de los últimos tiempos. No es para menos, pues Medellín atraviesa una crisis política y administrativa histórica; mientras las elecciones a la gobernación de Antioquia mantienen vivo el temor al triunfo de las prácticas politiqueras y populistas que representan el favorito de las encuestas y sus aliados. Pese a la incertidumbre, siento que la ciudadanía tiene una esperanza que yo comparto.
Los próximos gobernantes tendrán una tarea difícil en un contexto nacional que no favorece a nuestro departamento, un panorama económico que genera incertidumbres y una situación de seguridad que nos preocupa a todos.
La futura alcaldía de Medellín tendrá, de entrada, tres retos enormes: recuperar la confianza en la administración de la ciudad, volver a darle dignidad y decoro al cargo y retomar los esfuerzos en materia de cultura ciudadana, venida a menos tras la pandemia. Además de los problemas crónicos de desigualdad, movilidad y déficit de vivienda, deberá enfrentar asuntos hasta ahora ignorados por la alcaldía como el impacto del turismo y las mafias dedicadas a la explotación sexual.
La próxima gobernación de Antioquia tendrá, por su parte, las misiones de gestionar los recursos y sumar las voluntades necesarias para culminar varios proyectos de gran envergadura, como las vías 4G, el Tren del Río, el sistema portuario de Urabá e Hidroituango. La entrada en funcionamiento de este último podría darle al departamento una inyección económica sin precedentes, de ahí la importancia de tener un mandatario con una hoja de vida intachable en el uso de los recursos públicos.
Semejantes responsabilidades no recaen únicamente en quienes elijamos para ocupar las sillas de la alcaldía y la gobernación: los concejos municipales y la asamblea departamental son también instancias democráticas fundamentales si queremos tener gobiernos justos, ambiciosos, eficientes y, sobre todo, honestos. De no haber sido por algunos concejales y diputados valientes, la administración de Daniel Quintero hubiera sido aún peor.
Por eso invito a que pensemos en la importancia que tienen las elecciones de concejales y diputados: no podemos olvidar que por sus mentes y corazones pasan las obligaciones de cuidar nuestra tierra, de controlar las actuaciones de los gobernantes y representar correctamente las causas, poblaciones y territorios. En los ediles, por su parte, recae el deber de defender las instancias de participación ciudadana y de cuidar los recursos de presupuesto participativo, a menudo cooptado por clanes políticos locales.
La buena noticia, que genera esperanza, es que tenemos de dónde escoger: invito a los lectores a revisar las listas de Renace a la Asamblea de Antioquia, al Concejo y JAL de Medellín, pues están llenas de personas idóneas, honestas y con vocación de servicio público. Opciones diversas en sus orígenes y causas, con rigor en sus propuestas y alegría en sus formas de abordar la política. Yo votaré por ellas con confianza y entusiasmo y espero que la ciudad dé a estos buenos antioqueños la oportunidad de demostrar su calidad humana y técnica. Después de estos años oscuros, la esperanza renace.