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Columnistas | PUBLICADO EL 20 abril 2023

Reconectar con la vida

Podría decirse que nuestros jóvenes enfrentan el reto de la depresión y del suicidio, agravado por una “pandemia que dejó una huella de elefante” en la salud mental.

  • Reconectar con la vida
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Por Mauricio Perfetti Del Corral - mauricioperfetti@gmail.com

Son frecuentes en este último tiempo noticias de jóvenes y universitarios que estremecen hasta los tuétanos; ese empujón brutal de Antonio Machado. El movimiento digital de conversación ciudadana en Latinoamérica, “Mutante”, habla de la depresión como un mal que se traduce en una población “persistentemente sola y triste”. Según la Organización Mundial de la Salud 280 millones de personas sufren de depresión en el mundo. En Colombia, cinco de cada 100 adolescentes sufren de esta última. La OMS señala adicionalmente que cada año se suicidan aproximadamente un millón de personas en el mundo, lo que representa una muerte cada 40 segundos. En el caso colombiano, el suicidio es la segunda causa de muerte en el grupo de 10 a 24 años; esta cifra no incluye las tentativas de suicidio, que pueden ser 20 veces más frecuentes que los casos de suicidio consumado (Saul Franco, et al. 2017). 184 personas se suicidaron en 2021 en Medellín, predominantemente personas entre 25 y 29 años (Personería Municipal). Podría decirse que nuestros jóvenes enfrentan el reto de la depresión y del suicidio, agravado por una “pandemia que dejó una huella de elefante” en la salud mental (Córdoba, 2021).

El estudio de Franco y otros realizados por varias universidades en Bogotá, señalan que las dos principales condiciones /motivos y desencadenantes del suicidio son principalmente causas familiares y antecedentes de enfermedades mentales. La profesora Martha Gutiérrez de la Universidad Javeriana destaca que entornos protectores como la familia y el “parche de amigos” más cercanos de nuestros jóvenes se han debilitado, en especial después de la pandemia, y se sienten solos. La psicóloga Claudia Flórez de la Universidad de Medellín señala la desconexión con la vida de muchos jóvenes.

Las tecnologías convergentes y la industria 4.0 han significado grandes y aceleradas transformaciones, por eso el filósofo francés Serres (2016) plantea que nuestros jóvenes “viven en lo virtual”, “manipulan diversa información a la vez” y, a través de la telefonía móvil y el GPS, acceden al mundo en el que “lo colectivo se ha tornado conectivo”.

Fortalecer entornos protectores y volver a conectar a los jóvenes con la vida exige que la sociedad comprenda ese nuevo mundo de estos, resignificar sus redes sociales (“menos seguidores más parche y pares”), pero sobre todo una nueva política pública participativa, intersectorial e interinstitucional, para con los jóvenes mismos, que se preocupe por la salud mental y la depresión que los aqueja y a su vez por generar más oportunidades a partir de ese nuevo mundo que habitan. Igualmente se requiere una nueva pedagogía, una escuela y universidad que contribuyan a transformar todos estos nuevos paradigmas. Como dice Serres “el mundo cambió tanto que los jóvenes deben reinventar una manera de vivir juntos, instituciones, una manera de ser”. Ante todo, lo anterior exhorta a una mayor empatía y humanidad con todos aquellos jóvenes que también quieren un mundo con más oportunidades y en el que valga la pena vivir.

Mauricio Perfetti del Corral

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