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Tremendo desafío para la institucionalidad interna pero sobre todo internacional cuando se trata de un fenómeno de características similares para todas las naciones donde ha fracasado hasta hoy el control del crimen organizado.
Por Rafael Pardo - opinion@elcolombiano.com.co
De acuerdo con todas las comparaciones internacionales, América Latina es la región más violenta del mundo, con las tasas de homicidios más elevadas y con la mayor incidencia de fenómenos como la violencia urbana, secuestro, la justicia por mano propia y además de crecientes conflictos ambientales, que se alimentan cada vez más de la deforestación.
Un estudio elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz ubica a Costa Rica (39) como el país más seguro de la región latinoamericana. Le siguen Uruguay (50), Argentina (54) y Chile (58), teniendo los dos últimos un reciente deterioro de su seguridad.
Los más peligrosos, en cambio, son Venezuela y Colombia, que comparten el puesto 140 del ranking. Otras naciones que aparecen en esa parte del listado son México (136), Brasil (132) y Nicaragua (123).
Tanto que Estados Unidos y Canadá advierten a sus connacionales que es muy peligroso viajar a México, Colombia, Venezuela y Ecuador.
Empecemos de norte a sur. México está controlado por los carteles del narcotráfico que tienen tomado el norte. Son los conocidos como el cartel de Nueva Generación o el cartel de Sinaloa. Los menos conocidos son La Unión Tepito, Fuerza Anti Unión, Cartel de Tlahuac, Los Rodolfos, Los Canchola, CJNG, Ronda 88, Güero Fresa, Los Molina, Los Maceros, Los Tanzanios, El Maestrin y Juan Balta.
Haití. La renuncia esta semana de Ariel Henry que asumió después del asesinato de Jovenel Moïse no ha logrado controlar el caos. Se prevé que llegue un gobierno de transición. Las pandillas cubren todo Puerto Príncipe, el 80 por ciento del territorio del país. La policía está sobrepasada y están pendiente de una misión de Kenia.
Su vecino República Dominicana también ha tenido inseguridad por la cercanía fronteriza con los haitianos que fueron expulsados la semana anterior.
El resto de Centroamérica está algo menos grave, pero los indicadores de inseguridad suben en Guatemala, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Belice y Panamá, todos receptores de los migrantes que pasan por el tapón del Darién. Costa Rica es el más seguro de la región, por ahora.
Solo se salva El Salvador donde hace un año largo Nayib Bukele, su presidente, le declaró la guerra a las maras (pandillas) que tenían asolado el país. Construyó una súper cárcel en la que recluyen a todas las maras, con las consecuencias conocidas de violaciones a los derechos humanos.
Siguiendo de norte a sur, llegamos a Colombia, donde “las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, grupo que en el 2022 tenía presencia en 253 pueblos, hoy delinque en 392 municipios de 24 departamentos”, según el defensor del Pueblo, Carlos Camargo.
“El Ejército de Liberación Nacional (ELN), en el 2022 tenía injerencia en 189 municipios, pero durante el 2023 su presencia se extendió a 231 de 19 departamentos. Para el caso del Estado Mayor Central (EMC) y la Segunda Marquetalia, dos grupos disidentes de las Farc, de hacer presencia en 230 poblaciones en el 2022, pasaron a tener intromisión en 299; el primero en 19 departamentos y el segundo en 15.”
Las ciudades colombianas presentan graves indicadores de inseguridad. En Bogotá, el Tren de Aragua (nombre de una provincia venezolana) y otras bandas amenazan día a día la tranquilidad ciudadana. En Medellín, lo hacen los combos. En Buenaventura, nuestro principal puerto en el Pacífico, los Shotas y los Spartanos. En Barranquilla, Soledad y Malambo son zonas de riesgo extremo. En toda Colombia han aumentado los indicadores de inseguridad.
Venezuela. Es según el índice IEP, el más violento, junto con Colombia, en la región. En Ecuador, Daniel Noboa, su presidente, ha identificado 18 bandas. Declaró estado de conflicto interno y desde las cárceles se controla el negocio del narcotráfico y la extorsión.
Argentina ha sido noticia en los últimos días por la violencia relacionada con el narcotráfico en Rosario. No se salva ningún país del continente.
Tremendo desafío para la institucionalidad interna pero sobre todo internacional cuando se trata de un fenómeno de características similares para todas las naciones donde ha fracasado hasta hoy el control del crimen organizado. La respuesta debe ser ante todo democrática e internacional. .