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Tales denuncias han tenido como respuesta del gobierno Petro, ataques y acusaciones infundadas. La prensa está cumpliendo su misión de ser vigilante y garante de la estabilidad del sistema democrático.
Por Alberto Velásquez Martínez - redacción@elcolombiano.com.co
La decisión de Fitch Ratings de mantener nota aceptable para el comportamiento de la economía colombiana, se debe tanto a la confianza que garantiza la independencia y operatividad del Banco de la República, como al funcionamiento de la política de pesos y contrapesos en nuestro sistema institucional.
Las cortes vienen rescatando el prestigio que habían perdido dada su politización y por la acción de carruseles de compraventa de sentencias que escandalizaron no solo al mundo jurídico, y que dejaron cuatro magistrados entre las rejas o prófugos. Fueron tiempos en que la Nación se encontraba a las puertas de entrar en el listado de Estados fallidos. Por fortuna van rehabilitando su credibilidad a cuenta de sus últimas decisiones para frenar los amagos de totalitarismo lanzados desde la Casa de Nariño. Están demostrando – porque es su compromiso – que el sacrificio de sus colegas inmolados en 1985 por el M-19 en el Palacio de Justicia, no fue inútil. Urge ahora que la Corte Constitucional abra bien los ojos para evitar que la declaratoria de emergencia económica para La Guajira, sea utilizada arbitrariamente por Petro para decretar reformas que no ha podido aprobar en el Congreso.
Lo mismo sucede en dos de los más importantes organismos del Estado. Uno judicial, la Fiscalía, que no se detiene frente a los ataques del Ejecutivo, que opera de frente, sin vacilaciones, quizá algunas veces sobreactuando, pero infundiendo confianza y seguridad al país de que avanza haciendo caso omiso de halagos y amenazas. Y un ente de control, la Procuraduría, que le hace segunda voz.
El Congreso no ha estado tan sumiso como lo estuvieron sus mayorías al inicio de la legislatura. Ahora a las primeras voces que actuaron en solitario, con valor para enfrentar las barras bravas izquierdistas, se han unido otros segmentos de partidos, seguramente hastiados de tantos exabruptos gobiernistas y del sobrepeso causado por la excesiva mermelada. La golosina va quedando para quienes por tanto tiempo estuvieron como oposición por fuera del establecimiento y ahora quieren recuperar el tiempo perdido.
Con el protagonismo de pesos y contrapesos, las reformas bandera de Petro ya no ondean tan libres con vientos favorables. Hay aires en esos organismos que exigen más claridad para que surtan mejores beneficios para toda la comunidad colombiana, sin diferencias de clases sociales, rupturas que ha buscado este gobierno populista.
El llamado cuarto poder – que con responsabilidad y seriedad ejercen los medios de comunicación – ha tenido protagonismo relevante para denunciar graves escándalos oficiales contra la ética y las leyes. Tales denuncias han tenido como respuesta del gobierno Petro, ataques y acusaciones infundadas. La prensa está cumpliendo su misión de ser vigilante y garante de la estabilidad del sistema democrático.
Mientras las instituciones funcionen en Colombia con eficacia, sin dejarse apabullar, asentadas en la vigencia de los pesos y contrapesos, se ataja el peligro de que los colombianos caigamos en el peor de los mundos, y aleja la posibilidad de que las agencias internacionales calificadoras de riesgo-país pasen el semáforo económico colombiano de amarillo a rojo.