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Los nuevos retiros para ejecutivos añaden a sus actividades normales una ceremonia que incluye el consumo de drogas alucinógenas.
Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com
Los retiros psicodélicos se han puesto de moda entre los ejecutivos y ya sabemos lo que traen las modas: un subidón durante los primeros momentos, un periodo de indiferencia cuando las calles se saturan de lo mismo y luego un rechazo cuando nos cansamos de ser manada. Hasta que llega la siguiente oleada en la que parece que todo es novedad y vuelta a empezar. Estigmatizados por la medicina durante el último medio siglo, los psicodélicos se encuentran en medio de un repentino resurgimiento.
El negocio acaba de irrumpir con fuerza. Comenzó en Silicon Valley y gradualmente se ha extendido por Europa y América Latina. Se trata de los consabidos programas de fin de semana que las empresas organizan para que sus ejecutivos perfeccionen sus dotes como líderes y manejen a la perfección el trabajo en equipo. Tienen actividades normales con presentaciones en power point y juegos de rol, pero los diferencia una ceremonia que incluye el consumo de drogas alucinógenas. Lo que se ofrece es una mezcla de terapia de grupo, meditación, charlas motivadoras y paseos por la naturaleza, aderezadas con psilocibina, un potente alucinógeno. Este ha demostrado que disminuye la actividad del DMN, una red neuronal que entre otras está involucrada con el ego, lo que puede contribuir a trabajar en equipo.
Esta sustancia se encuentra presente en 200 clases de hongos y provoca alteraciones visuales, cambios en la percepción y experiencias espirituales. Pero no es la única que se utiliza en estas reuniones retrovanguardistas de líderes. También se han popularizado el peyote, que se obtiene de un cactus y lleva mescalina (más alucinaciones), y la ayahuasca, una bebida a base de un arbusto que contiene un alcaloide estimulante muy parecido a la serotonina al que llaman ‘la molécula de Dios’... Todas ellas pueden producir un fenómeno capaz de reducir la percepción de riesgo, y aquí es donde el asunto se torna polémico.
Los “viajes” no están exentos de peligros. Hay que ir despacio porque una dosificación inadecuada puede tener consecuencias de largo plazo. Un 1,4% de las personas que prueban estas drogas pueden quedar con alucinaciones permanentes durante años. Ese es el arriesgado terreno que se pisa. Ya ni hablar de lo que le puede pasar a quienes tienen problemas cardiacos, psicosis o esquizofrenia. Hace poco se estaba juzgando en Estados Unidos a un piloto que quiso apagar los motores del avión durante un vuelo tras haber consumido hongos alucinógenos dos días antes. Muchos dirán que estos son casos excepcionales, pero aquí nadie tiene certezas. ¿Cómo se puede impedir que algo se dispare en el cerebro y se pierda el control por más acompañamiento que haya durante la sesión?
En todo caso, la psicodelia es tendencia en este momento. Se estima que para el 2028 el mercado global para tratamientos basados en drogas psicodélicas podría alcanzar 7.600 millones de dólares. Y es que la búsqueda del mundo interior siempre nos ha acompañado. Esa necesidad de explicarnos a través de la religión, la psiquiatría, lo esotérico o las drogas no es nueva. Lo curioso es que ahora se hace por la empresa .