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En China lo prohibido y lo censurado abunda. Con 1.120 millones de usuarios de internet y con una participación de 79,7 % a junio de 2025, la red digital es un objetivo esencial de la vigilancia y del control estatal.
Incorporar a quienes permanecen al margen de las redes –particularmente las personas mayores y el sector rural– es una de las metas del Plan Quinquenal de Desarrollo de la potencia de Asia. Pero al propio tiempo, filtrar el contenido de lo que transita en ellas es indispensable en el ideario del Partido Comunista. No se trata de ser adverso al progreso sino de preservar respetar la cultura china.
Hay que decir que el arte erótico data desde la dinastía Ming, entre los siglos XIV y XVII, una etapa considerada por los historiadores como la era de gobierno disciplinado y de mayor estabilidad social. Sin embargo, es preciso remarcar que la evolución de las costumbres y de la cultura china ha estado llena de rutas tortuosas. En la época maoísta, por ejemplo, la sexualidad, el romanticismo y hasta el placer sexual eran considerados tópicos burgueses y tabú. Cualquier material de carácter porno, escrito o gráfico, fue, desde entonces, estrictamente prohibido y penado.
En la medida que la sociedad se ha visto expuesta a la cultura occidental el país ha ido adoptando uno de los sistemas legales más estrictos en lo referente a contenidos para adultos. Cientos de sitios web han sido cerrados y miles de personas arrestadas en relación lo que se consideran crímenes contra la idiosincrasia china: producir, distribuir o incluso participar como espectador de contenidos en línea porno dentro del seno de la propia vivienda.
Solo a partir de la década de los 90 y debido a la influencia de Hong Kong se instauró en el país un crecimiento notorio de temas relacionados con la sexualidad y del entretenimiento privado vinculado a ella, pero también reservado a ciertas élites. Era el comienzo de una revolución sexual. Pero la pornografía siguió siendo catalogada siempre como una desviación conductual o como actos de vandalismo delincuencial. Ello llevó a que desde 1997 su producción y diseminación se considerara legalmente un crimen.
Así llegamos hasta hoy, cuando la entrada generalizada de Internet hizo accesible a cada ser humano todo tipo de contenidos. Las autoridades decidieron instituir lo que llaman un “Cortafuegos Dorado” manejado por el Ministerio de Seguridad Pública que bloquea el acceso a un sinfín de sitios webs foráneos y filtra los resultados de los buscadores. Es una infraestructura masiva que combina acciones legales con tecnologías de filtración y bloqueo de internet. Así pues, para que un individuo decida hacer uso de contenido porno es preciso que, como usuario de las redes, esté dispuesto a saltarse esa barrera y transgredir una muy severa ley capaz de penalizarlo.
A esta fecha la erradicación de la pornografía es un objetivo gubernamental en China toda vez que el Estado está llamado a asumir el papel de guardián moral colectivo. La autoridad no es solo un árbitro legal.
La pornografía se califica de “contenido obsceno y perjudicial” porque una de las metas políticas del gobierno es el de la construcción de una civilización espiritual dentro de la cual la austeridad, la pureza ideológica y el rechazo de lo burgués y lo decadente privan. La meta es evitar la “hipersexualización” de la sociedad y controlar las influencias culturales externas. Se trata de una política de control social basada en una mezcla de tradición de pudor público, de ideología socialista y de rechazo de la “decadencia occidental”.
