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Columnistas | PUBLICADO EL 31 marzo 2020

¿Por qué tienen miedo, aún no tienen fe?

Por Luisa Fernanda Aristizábal

Universidad Pontificia Bolivariana

Comunicación - Periodismo, semestre 6

luisa.aritizabalz@upb.edu.co

Frente a una situación tan compleja que ha afectado el mundo entero, el ser humano se ve desnudo ante su fragilidad e incapacidad. De repente aquella seguridad se desenmascara ante la tempestad.

El mundo entero tiembla ante una pequeña partícula, que ha recorrido 192 países y ha causado la muerte de alrededor de 29.000 personas, obligando a que todos nos refugiemos en nuestras casas con el anhelo de que aquel virus nunca toque a la puerta.

De repente salió una fuerza superior a la nuestra, sacando a la luz lo que somos verdaderamente, demostrándonos que no somos tan invencibles como quisiéramos, ni tan valientes como nos mostramos.

Entonces todos los proyectos que teníamos para los próximo días, incluso meses, se destruyen por completo y nos damos cuenta que hay muy pocas cosas sobre las que podemos decidir y de las cuales no tenemos el control.

Estamos sin la posibilidad de elegir sobre lo que quisiéramos hacer, ya que estamos atados a una situación que decide por nosotros y ante la cual nos escondemos e intentamos huir, ya que poco o nada podemos hacer para cambiarla.

Ahora, sale a la luz la fragilidad, vulnerabilidad y pequeñez humana; ante lo cual no nos queda otra opción que reconocer que dependemos del otro, incluso del que considerábamos más pequeño, para poder sobrevivir.

Así nos lo recordó el papa Francisco, el pasado 27 de marzo en la bendición Urbi et orbi: “nadie se salva solo”. Y en ese instante, las personas levantamos los ojos al cielo esperando que Dios nos ayude con lo que solos somos completamente incapaces.

En este mar de sentimientos llenos de desasosiego e incertidumbre, un hombre de 83 años, vestido de blanco, que apenas puede caminar, inunda de luz esta senda oscura mostrándonos el camino que debemos seguir. Cojeando atraviesa la plaza San Pedro, en la que caben 300.000 personas, vacía. Pero al mismo tiempo millones estábamos conectados a través de la pantalla, anhelando encontrar un camino de esperanza en este momento de dificultad, buscando aferrarnos a una palabra que no nos deje naufragar, porque estamos todos en la misma barca y somos llamados a remar juntos.

*Taller de Opinión es un proyecto de
El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión
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