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Columnistas | PUBLICADO EL 03 noviembre 2022

Persistencia de admirar

Todo lo que signifique desarrollo y buen nombre para Antioquia y su capital le molesta, y esa molestia lo ha llevado a hablar mal de sus dirigentes.

Por Juan Gómez Martínez - redaccion@elcolombiano.com.co

Que no me vengan a decir que yo tengo algo contra el alcalde, que no le reconozco nada de su mandato o de su personalidad. Debo confesar que le admiro su persistencia en algunos temas. Tanto, como si tuviera algún interés personal.

Desde cuando llegó de la capital a su campaña para alcanzar la alcaldía de Medellín, ha sido persistente en algunos temas como es el deseo de acabar con las Empresas Públicas de Medellín. También el de hacer colapsar la gran obra de Hidroituango, aunque es una central de grandes beneficios para todo el país, pero es de Epm y, a él, no le gustan. Llegó a la antes llamada “tacita de plata”, cosa que le molestaba mucho y, para acabar con ese apelativo, dejó llenar de basuras las calles y las zonas verdes, y de huecos el pavimento de las vías, que no existían; abandonó la solución de taparlos de inmediato cuando aparecían y ahora están por todas las calles con consecuencias dañinas para los vehículos, para sus ocupantes y, por supuesto, para la ciudad.

Ha sido persistente en darles grandes contratos a las firmas de ingeniería, de tecnología y otros temas a los chinos. Tanto como si tuviera un gran interés personal. Lejos de pensar en eso, pero sí me asalta la inquietud. Ahora ha conseguido que la continuidad de las obras civiles, en la mencionada central hidroeléctrica, pase a manos de unas firmas, entre las cuales hay una de aquel país oriental.

Esa persistencia en algunos temas ha llegado hasta buscarles defectos y problemas al grupo de empresarios antioqueños que le han dado tanto renombre a nuestro departamento y su capital. El Gea, que significa Grupo Empresarial Antioqueño, le molesta. Quisiera acabar con todas las empresas que han trabajado por nuestra ciudad y por el departamento de Antioquia. Todo lo que signifique desarrollo y buen nombre para Antioquia y su capital le molesta, y esa molestia lo ha llevado a hablar mal de sus dirigentes.

Ni para qué hablar de EL COLOMBIANO. Desde su llegada a la alcaldía prohibió anunciar en este periódico, aunque, con esa actitud, viola la obligación de publicar los avisos de convocatoria a interesados en las obras para la ciudad, o avisos de servicios públicos en el diario de mayor circulación. Su odio y persistencia en acabar con las empresas antioqueñas, lo hacen incumplir sus obligaciones.

En manos de él estamos y nos lo tenemos que aguantar hasta la terminación de su período, porque las vías legales no han servido para sancionar a quien no cumple con sus deberes y compromisos con el territorio bajo su mandato. Con todo eso, con su comportamiento, con sus actitudes, con su ego, que no había mencionado, seguirá hasta terminar el año que viene. Su actitud, su odio por Medellín, por sus obras, por sus servicios y su gente, lo acompañarán hasta el fin de su mandato y nosotros lo recordaremos como el peor funcionario que ha pasado por la alcaldía de la ciudad

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