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Por Daniel Carvalho* - opinion@elcolombiano.com.co

Pensar en Grande

Es el tiempo de los candidatos con lenguas largas y éticas cortas parados sobre la tarima de la abundancia: la abundancia de promesas, de billetes, de sancochos.

27 de agosto de 2023
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Por Daniel Carvalho* - opinion@elcolombiano.com.co

En los años noventa asistimos al supuesto triunfo definitivo del capitalismo y vivimos sus excesos. La cultura del consumo desaforado se coló por nuestras pantallas, se introdujo en nuestras rutinas y, de repente, todo fue super-size: parlantes de dos pisos, hamburguesas de tres carnes, gaseosas de 4 litros y camionetas con llanta balón. La estética narco local asimiló esta tendencia y erigió mansiones estrambóticas, normalizó las fiestas ensordecedoras, los tiros al aire y las prótesis mamarias tamaño XXL. “El límite es el cielo y plata es lo que hay”, parecía ser la consigna. Sin embargo, hoy sabemos que el límite es la Tierra y que la resaca del consumo irracional puede ser mortal.

En la política también ha hecho carrera la oda a lo grandilocuente. Estamos rodeados por infinidad de politiqueros que abusan del discurso de “pensar en grande” con propuestas demagógicas, como construir una pista de carreras en el corazón de la ciudad, atravesar una autopista por el estrecho del Darién, “volver a EPM grande de nuevo”, hacerle un segundo piso a Medellín... ¿Quién da más? Hoy sabemos que la tal pista solo compite en las carreras de elefantes blancos, que las alternativas sostenibles a la autopista por el Darién están formuladas hace décadas, que EPM cayó desde hace tres años en su peor crisis y que el segundo piso vial es un crimen urbanístico y ecológico que no nos perdonarían los medellinenses del futuro.

Pero las campañas políticas no parecen ser un escenario para debatir realidades sino para medir quién tiene el sueño más grande. En épocas electorales nos endulzan con cantidades incontables de metros cúbicos de concreto soñado, líneas imaginarias de transporte y cantidades inviables de casas o colegios, todo sin rigor, sin estudios, sin futuro. Es el tiempo de los candidatos con lenguas largas y éticas cortas parados sobre la tarima de la abundancia: la abundancia de promesas, de billetes, de sancochos, de falsos seguidores digitales. Es la cultura del exceso aplicada al quehacer político.

La presente campaña nos enfrenta nuevamente, como ciudadanos, al reto de discernir entre los soñadores y los impostores; entre las ideas posibles y los espectáculos taquilleros; entre la política pública con impacto social y el tamal del día de elecciones. No podemos premiar con el voto a los mercaderes de ilusiones, recordemos que una resaca de cuatro años es muy larga y puede llevarnos a la ruina económica y moral. Planear el futuro exige comprender el pasado y conocer el presente.

Candidato, no queremos su grandilocuencia sino su sensatez, no nos hace falta su megalomanía sino su rigor; sea responsable con su sueño, no necesitamos que lo tenga grande sino limpio.

*Representante a la Cámara por Antioquia.

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