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Columnistas | PUBLICADO EL 26 mayo 2020

Pasó abril “sin lluvias mil”

Por: Hernán González Rodríguez

Desde mi infancia, siempre escuché decir que la época de sequía se finalizaba en Antioquia a mediados de marzo para darle inicio a la estación de lluvias, la cual se terminaba a mediados del mes de junio. La intensidad de las lluvias durante el mes de abril rimaba en la frase “en abril lluvias mil”. Durante los primeros días del mes de mayo se desataba siempre por acá un diluvio conocido como “el aguacero de la Santa Cruz”, no recuerdo haberlo presenciado este año en Medellín.

El diario El Tiempo publicó el 11 de mayo pasado un oportuno artículo que se puede consultar por Google, digitando: El bajo nivel de embalses que alerta por el riesgo de un apagón. Advierte en este la firma XM, operadora del Sistema de Interconexión Nacional que, al corte del 8 de mayo pasado, presentaron los embalses para la generación eléctrica un nivel promedio de llenado de solo el 33%, el menor en 20 años.

Reconoce el artículo citado que las precipitaciones recientes no han sido normales y que ojalá no se tornen críticas, porque diversas condiciones ambientales diferentes a las que causan los fenómenos de El Niño, han ocasionado solo el 60% de los promedios históricos de lluvias, entre septiembre pasado y el mayo en marcha.

El autorizado experto de XM, señor Jaime Zapata, le dijo al diario Portafolio no temer un apagón, porque la capacidad instalada de Colombia es de 17,5 gigavatios, de los cuales 11,0 gw son hidráulicos, 5,0 gw son térmicos a carbón y gas y 1,5 gw provienen de las energías renovables. Esta composición de nuestra generación hídrica y térmica se complementa, en forma satisfactoria, según él, ante eventos de baja hidrología. Informó Zapata, así mismo, que generar un kilovatio hora cuesta $168 en un térmica de carbón, $365 en una térmica de gas natural y $250 en una hidroeléctrica.

Mi conclusión: Ojalá no siga rondando el fantasma del apagón de la mano de las escasas lluvias, resultado de los efectos ya en marcha del azaroso cambio climático sobre nuestra zona tropical.

Más problemas derivados del verano. Por allá por los años 60, ya como ingeniero, recuerdo perfectamente que el Valle del Aburrá se llenaba totalmente de humo al comenzar el año. En esa época los vehículos de Medellín eran muy pocos, la polución producida por estos era exigua, inexistente. Medellín ocupaba un área muy pequeña, albergaba unos 800.000 habitantes, área cercana a la cubierta hoy por los municipios de Envigado, Itagüí, Caldas y Sabaneta, el sur del Valle. Estábamos rodeados por los cuatro costados por fincas con pastizales para el ganado.

La explicación para el humo provenía en ese entonces de los vientos Alisios que nos soplaban desde el Noreste y desde el Sureste, y se reunían sobre Colombia en la llamada Zona de Convergencia Intertropical, desde principios de diciembre hasta mediados de marzo. Estos vientos depositaban sobre nuestro Valle los humos de las quemas de las malezas realizadas por los campesinos, previas a sus siembras, para evitar arrancarlas a mano y para quemar el pasto resecado por el verano, con el fin de que su ganado pastara en retoños frescos. Y me pregunto: ¿si acaso no se comparte hoy la culpabilidad por nuestra polución, entre la causada por los miles de vehículos, y el humo de las quemas tradicionales de los campesinos?

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