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Columnistas | PUBLICADO EL 31 julio 2022

Parece un final

Lo que parece un final no es más que el comienzo de un nuevo ciclo.

Por David Escobar Arango* - david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

Vamos a hacer una transformación organizacional, dijo el gerente. Será como atravesar un río caudaloso. Obviamente, les vamos a ayudar, queremos que todos lo logren, ¡al otro lado del río hay una empresa mejor! Pero depende de cada uno... El auditorio estaba lleno de miradas de escepticismo y algo de susto, algunos sentían verdadero pánico, también había una que otra sonrisa de optimismo y emoción.

“Cambia, todo cambia”, cantaba Mercedes Sosa. Como explica William Bridges en su libro Transiciones, los cambios son connaturales a la existencia humana. Vivimos en un mundo que va a toda velocidad, estamos rodeados de cambios sociales, políticos y organizacionales. La empresa promedio de la lista de Forbes, por ejemplo, experimenta cambios radicales aproximadamente cada seis meses. Las personas, además, mutamos todo el tiempo. ¿Hablamos de cómo asumir los cambios de la vida, tanto los evidentes como los más sutiles, para poder avanzar, para desatar nuestro crecimiento?

El cambio es situacional, nos llega, podríamos decir. “La transición, por otro lado, es sicológica”, explica Bridges. En otras palabras, usted se puede casar, cambiar de trabajo o pensionarse, eso le sucede. Pero solo cuando se desate algo en su interior podrá sacar el máximo provecho de esta nueva situación. Ese es el sentido de los ritos de paso de muchas culturas, acompañar un cambio evidente, como la llegada a la edad adulta, con una transición personal, sicológica y espiritual.

Al principio, el cambio se siente caótico porque aún no lo comprendemos del todo, nos genera angustia. Esto es particularmente cierto en los asuntos completamente ajenos a nuestra voluntad, como una transformación en la organización donde trabajamos, un ajuste radical en la economía global o un cambio de gobierno. En este momento, por ejemplo, hay muchos quejándose, victimizándose o paralizados ante la situación nacional y global.

“Nada puede nacer si antes no muere”, oí en alguna obra de teatro del absurdo. Bridges explica que cada transición comienza, en efecto, con un final, aunque suene paradójico. El proceso empieza en una especie de otoño en el que el mundo parece apagarse. Esto es lo más difícil, porque todos queremos que el mundo cambie, pero pocos estamos listos para dejar atrás el equipaje que sobra.

Luego viene el invierno, un periodo de calma, de reorientación, “la zona neutral” la llama el autor. Es el momento para recalcular nuestra ruta. Después, apenas comprendemos tanto los signos externos del cambio como las señales internas de la transición y escuchamos la voz interior que nos anima, estamos listos para el futuro, es la hora del nuevo comienzo.

Tengamos en cuenta para nuestra tertulia, como decía Emerson, que todo progreso, personal o colectivo, tiene más que ver con la forma en que manejamos las transiciones que con lo ambiciosas de nuestras metas. Lo que parece un final no es más que el comienzo de un nuevo ciclo. Luchar contra lo inevitable, ignorarlo, querer volver al pasado lo único que evitará es la transición, jamás el cambio, nos quedaremos atrás y el mundo seguirá sin nosotros. Crucemos el río, confiemos, porque, finalmente, “así como todo cambia / que yo cambie no es extraño” 

David Escobar Arango

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