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La Comisión de la Organización Mundial de la Salud, Unicef y la organización de publicaciones científicas Lancet entregó un detallado informe en el que demuestra que los niños de todo el mundo tienen su futuro incierto debido al cambio climático, la degradación ambiental, las migraciones, los conflictos, las grandes desigualdades y las prácticas comerciales depredadoras, esas que los bombardean para consumir productos que hacen daño.
No hay país que esté protegiendo como debe ser a quienes serán su futuro. Ninguno se desempeña bien en tres aspectos: infancia floreciente, sostenible y equitativa.
En lo regional y local, Antioquia y Medellín, lo planteado por aquellos organismos inquieta, porque nuestra infancia anda lejos de estar protegida para disfrutar un futuro prometedor.
En lo global, las crecientes emisiones de gases de invernadero están hipotecando el bienestar de las generaciones más jóvenes y de las que vendrán. En Antioquia demasiados niños en todas las regiones no alcanzan a satisfacer las necesidades básicas, padecen los horrores de la violencia y el desplazamiento, su educación es notoriamente deficiente o andan por fuera de las aulas.
Viven en sitios donde escasean ya la vegetación y naturaleza, con agua contaminada y en viviendas deficientes.
Medellín no está mejor: hay más educación (no de buena calidad en general) y mejores condiciones sanitarias para la mayoría, pero los niños respiran un aire malo casi todo el año que poco a poco minará su salud, tendrán que tolerar cada vez temperaturas más altas ante la incapacidad de los gobiernos de evitar la tala de árboles, sembrarlos donde se necesitan y construir verdaderos espacios verdes en toda la ciudad, y sufrirán inundaciones más continuas y graves por aguaceros que son hoy más severos cada año.
Vivirán en un paisaje gris, con las montañas peladas o tapadas por las edificaciones, padeciendo quebradas y arroyos llenos de basura o enmalezados, tal como sucede con el río Aburrá.
Antioquia declaró la emergencia climática y aunque no se conocen alcances ni objetivos y fue establecida antes de que el informe pusiera el dedo en la llaga, es un paso para enfrentar esta amenaza que complicará la vida de nuestros niños.
¿Y Medellín? Donde se concentra la mayor parte de la población sí que urge una declaratoria.
Ojalá lo de Antioquia no haya sido por moda. De esperar que Medellín aterrice. El informe de la Comisión marca el camino para proteger nuestra niñez y hasta ahora no vamos bien.
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